martes, 18 de diciembre de 2012

Los días de los duelos de Iverson en el playoff 2001 (I)

 Si te preguntamos cual es el mejor equipo que han tenido los Philadelphia 76ers en su historia, muy probablemente te vendrá a la cabeza el de principios de los 80, con el Dr. J y el gran Moses Malone, o incluso te remontarás más aun, hasta los tiempos de Wilt Chamberlain.

 Sin embargo, no muchos pondrían en los primeros lugares al equipo que, posiblemente, realizó la mejor temporada de la historia de la franquicia que no acabase con el anillo de campeón. La de 2001.

 La aplastante superioridad de los Lakers de Phil Jackson y Saquille O'neal en los playoff de aquel año, perdiendo tan solo un partido (precisamente ante los Sixers) en toda la post-temporada, ha eclipsado cualquier hecho relevante sucedido aquel año, entre ellos la espectacular temporada de los de Philadelphia.

 Aquel equipo terminó la temporada regular con el mejor record de la Conferencia Este por primera vez desde 1984 con 56 victorias, superados únicamente por los San Antonio Spurs de Duncan con 58.
 Acaparó además la practica totalidad de las distinciones individuales, con Larry Brown ganando el premio al entrenador del año, Aaron McKie el de mejor sexto hombre, Theo Ratliff liderando la liga en tapones por partido y Dikembe Mutombo en rebotes, además de ser incluido en el segundo mejor quinteto de la temporada y el mejor quinteto defensivo y ganar el premio al jugador defensivo del año. Y la gran estrella, Allen Iverson, liderando la liga en anotación con más de 31 puntos por noche, y en robos, siendo incluido en el mejor quinteto, ganando el MVP del All Star Game de Washington y, como colofón final, el MVP de la temporada regular.

 La temporada de Iverson fue sencillamente espectacular. Superó los 40 puntos en 17 partidos, llegando a los 54 contra los Cavaliers. En 65 de los 77 partidos que jugó fue el máximo anotador de su equipo y fue el primer jugador en promediar más de 30 puntos por partidos desde que lo hiciera Michael Jordan en 1996.

 Pero llegaban los playoffs y había que confirmar la gran temporada regular. Y no podían tener peor rival para empezar. El equipo que les había mandado para casa las dos últimas temporadas. Los Indiana Pacers de Reggie Miller.

 Y el comienzo del equipo en los playoffs no hizo sino confirmar el gran momento. Al descanso del primer partido contra los Pacers, ganaban 52-36, con unos porcentajes por parte de los Pacers inferiores al 30% (15 de 51). Al comenzar el tercer cuarto, los Sixers conseguían su máxima ventaja (+18), a pesar de tener a Iverson jugando con cuatro faltas.
 Sin embargo, una gran defensa de los Pacers, dejaba a los Sixers en 13 puntos en el tercer cuarto y continuaba en el último cuarto hasta que una canasta de Best a falta de 5:25 ponía a los visitantes por delante por primera vez en el partido (72-73).

 Una bandeja de Eric Snow a falta de 1:30 ponía el 78-76 en el marcador. Nadie conseguiría volver a anotar (con Indiana fallando hasta cuatro tiros en un solo ataque), hasta que, a falta de 3 segundos, Reggie Miller nos brindaba uno de esos momentos clásicos a los que nos tenía acostumbrados, anotando un gran triple que daba la victoria a su equipo y le ponía 0-1 en la eliminatoria.

 Allen Iverson terminaba el partido con un visible enfado tras no poder siquiera tirar en los pocos segundos que quedaban tras una buena defensa del propio Miller.

 A partir de aquí, la serie entró en un espectacular duelo anotador entre las estrellas de los dos equipos.

En el segundo partido, Reggie Miller salió en plan arrollador a la pista, anotando 16 puntos en el primer cuarto y 33 al descanso. Sin embargo, el partido era favorable para los Sixers, que ganaban 61-59 en este punto. En el tercer cuarto Miller tan solo consiguió anotar dos tiros libres, mientras que Iverson anotaba 14 de los últimos 17 puntos de su equipo con la grada cantando "MVP,MVP".
 Philadelphia acababa ganando facil por 116-98. Miller acabó con 41 puntos y Iverson con 45 y 9 asistencias.

 El tercer partido, ya en Indiana, fue empatado hasta mediado el tercer cuarto (49-49) cuando los Sixers endosaron un parcial de 17-4, llegándose a poner con una diferencia máxima en el 70-55. Los Pacers conseguían reducir la diferencia hasta llegar a empatar 82-82 con un triple de Miller a falta de menos de tres minutos, pero la seguridad desde la linea de tiros libres (anotaban sus 10 últimos puntos desde la linea) daba la victoria a Philadelphia 87-92.
 Iverson terminaba con 32 puntos, 7 rebotes y 6 asistencias, mientras que Miller se iba a los 35 puntos, pero con 5 de 14 en triples.

 Los Sixers acabarían ganando tambien el último partido de la serie, en un final apretado en el que un tapón y un gancho de Mutombo y dos tiros libres de McKie tras un triple fallado por Miller, les daba la definitiva ventaja de 85-88. La buena defensa sobre Miller en los segundos finales hizo que fuese Jalen Rose quien se jugase y fallase el triple de la victoria.
 Allen Iverson acababa con 33 puntos y Reggie Miller con 32.

 Los Philadelphia vencían 3-1 y se clasificaban para semifinales de conferencia en una serie en la que Iverson había promediado 31'5 puntos y 6'5 asistencias, por 31'2 puntos y 5 rebotes de Miller. Un increíble duelo anotador.

 Sin embargo, en la siguiente ronda les esperaban los Toronto Raptors, clasificados para semifinales de conferencia por primera vez en su historia tras deshacerse de los Knicks, con su estrella Vince Carter, con quien Allen Iverson iba a vivir el que posiblemente sea el mayor duelo anotador en una serie de playoff de los últimos 15 años.


 Y buena prueba de ello iba a ser el primer partido de la serie, en el que Iverson comenzaba anotando los ocho primeros puntos de su equipo, pero fallando 11 de sus siguientes 13 tiros. Con esto, Toronto conseguía una ventaja en torno a los 15 puntos que duraría los tres primeros cuartos.
 En el cuarto cuarto, muy poco a poco, Philadelphia iba disminuyendo la diferencia hasta que un gran triple del propio Iverson a falta de 5 segundos ponía a su equipo a un solo punto por primera vez desde el primer cuarto. Pero dos tiros libres de Carter y un fallo final de McKie ponían el 93-96 final y daban el primer punto de la eliminatoria y el factor cancha a los Raptors.

 Iverson acababa con 36 puntos, 8 rebotes y 7 robos. Carter con 35 puntos, 7 asistencias y un palmeo y dos tiros libres claves en los últimos segundos.

 Pero Iverson iba a recuperar el factor cancha en una autentica exhibición. Anotando 20 de los 28 puntos de su equipo en el segundo cuarto para recuperar una diferencia de 14 puntos abajo.
 En el tercer cuarto anotaba únicamente uno de sus ocho primeros tiros, pero anotaba 19 de los últimos 20 puntos de los 76ers en el partido, incluido un 2+1 a falta de poco más de un minuto que sentenciaba el partido.
 Philadelphia ganaba 97-92 y empataba la eliminatoria. Iverson se iba hasta unos increíbles 54 puntos, record de la franquicia en playoff, superando los 50 de Billy Cunningham en 1970. Vince Carter se quedaba en 'solo' 28 puntos y 7 rebotes.

 Ya ante su publico, Carter le devolvió la jugada a Iverson en el tercer partido, con otra actuación de leyenda que además incluyó su nombre varias veces en el libro de los records de la NBA.
 El jugador de los Raptors terminaba con 50 puntos, 34 de ellos al descanso. Además, los nueve triples que anotó empataban el record de Rex Chapman de 1997, y los ocho que llevaba al descanso (todos ellos sin fallo) rompía el record que tenían varios jugadores.

 El partido por supuesto no tuvo color y, a falta de tres minutos para el final, Carter anotaba un mate para meter su punto número 50 y poner 22 puntos de diferencia en el marcador. 'Vinsanity' se iba al banquillo y recibía una estruendosa ovación. Los Raptors ganaron 102-78 con 23 puntos y 8 asistencias de Iverson.

 Philadelphia ganaba el cuarto partido 79-84, y en el quinto, la imagen de David Stern entregando el trofeo de MVP de la temporada regular a Allen Iverson parece que dio alas al equipo, que empezaba el partido con un 11-0 y acababa el primer cuarto 33-12.
 Toronto nunca estuvo por debajo de los 17 puntos de diferencia en los tres últimos cuartos, perdiendo finalmente 121-88, con una nueva noche de leyenda de Iverson, que terminaba con 52 puntos, 29 de ellos al descanso, con ocho triples y 7 asistencias.

 39 puntos de Carter en el sexto partido dieron una cómoda victoria a los Raptors por 101-89, empatando la serie y llevándola al séptimo y definitivo encuentro en Philadelphia.

 Sin embargo, el hecho más recordado de esta serie sucedió fuera de las canchas, cuando Vince Carter, el mismo día que se jugaba el definitivo séptimo partido, decidió viajar por la mañana a Carolina del Norte para su graduación ante la sorpresa de todos, teniendo que volver a volar hasta Philadelphia por la tarde, poco antes del comienzo del partido.

 Todo el mundo era consciente de la importancia del partido (a excepción de Carter, por lo visto esa misma mañana), lo quedó reflejado en el partido más empatado de la serie y en el juego de un Allen Iverson que por una vez se olvidó de su duelo anotador y decidió hacer jugar a su equipo, terminando con 21 puntos por 22 de McKie y con 16 asistencias, record personal en playoff. De hecho, 'the answer' no anotó en los últimos seis minutos de partido, pero dio las asistencias de las tres últimas canastas de su equipo.
 Carter por su parte, anotó 20 puntos, pero tan solo cuatro en el último cuarto.

 Y se llegó a los últimos segundos del último partido, y Philadelphia gana por un solo punto, 88-87. Toronto tiene la posesión y Carter la responsabilidad. Vince recibió el balón, hizo volar a su defensor, lanzó, y el balón golpeó en el aro al tiempo que sonaba la bocina final.

 Philadelphia conseguía imponerse en una de las mejores eliminatorias de los últimos años, con un Allen Iverson promediando 33'7 puntos, 6'8 asistencias y 3'1 robos y con un Vince Carter en 30'4 puntos, 6 rebotes y 5'5 asistencias.

 Como escribían entonces en NBA.com, "'The Answer' pasó su gran test. El graduado falló el tiro final y tuvo que conformarse con un diploma".


martes, 30 de octubre de 2012

El día que Gallis quiso destronar a Meneghin

 Hablar de baloncesto en Europa en la década de los 70 era hacerlo de una ciudad de 96.000 habitantes llamada Varese. Durante esos años, su equipo, el Pallacanestro llegó a disputar diez finales consecutivas de la Copa de Europa ganando cinco de ellas.

 El equipo italiano contaba con hombres como Edoardo Rusconi, Bob Morse, Marino Zanatta o Aldo Ossola, pero por encima de todos ellos, contaba con el gran pivot del momento, Dino Meneghin, quien había sido el primer jugador de una liga europea en ser elegido en un Draft de la NBA (1970, Atlanta Hawks).

 En 1980, Meneghin contaba con 30 años. Había perdido las tres últimas finales de Copa de Europa disputadas (77, 78 y 79) y el último año ni tan siquiera se habían clasificado para disputarla.
 Ese verano, tras formar parte del combinado italiano que ganaba la plata en Seúl, decidía cambiar de aires fichando por el Olimpia de Milán, equipo donde jugaba hacía tres temporadas Mike D'antoni, llegado directamente de la NBA, pero que sin embargo no había logrado ningún título en ese periodo.

 En 1986, el Olimpia había ganado tres ligas y había llegado a una final de la Copa de Europa que había perdido ante el Pallacanestro Cantú (no confundir con el Pallacanestro Varese), ademas de una Copa Korac desde la llegada de Meneghin.

 El pivot contaba ya con 36 años y D'antoni con 35. A pesar de la todavía innegable calidad de los dos jugadores, todo hacía indicar que sus carreras tocaban a su fin y que la temporada, al menos en Europa, del Olimpia iba a ser dura.

 Para intentar evitar esto, la directiva contrató a uno de los grandes nombres de la NBA, Bob McAdoo, gran anotador en los 70 y una de las piezas del 'showtime' de los Lakers en los 80. Pero McAdoo llegaba con 35 años, lo que no hacía si no generar más dudas.

 El Olimpia de Milán había conseguido juntar un 'big three' genial, pero que entre los tres sumaban más de 100 años. Además, otros jugadores del equipo como Premier, Bargna o Gallinari eran fijos en la selección italiana.

 Dio comienzo la máxima competición europea y los primeros pasos del Olimpia solo incrementaron las dudas sobre el equipo ya que el primer partido disputado ante el débil Murray BC en Edimburgo, el equipo italiano no pudo pasar del empate a 83. En el partido de vuelta en Italia los de Milán vencieron cómodamente por 101-83 y pasaban a la segunda ronda.

 La segunda ronda era también a ida y vuelta y los seis equipos ganadores jugarían una liguilla de la que los dos primeros clasificados jugarían directamente la final.

 El rival en esta segunda fase iba a ser el Aris de Salónica. Un equipo en claro ascenso que había ganado la liga griega los dos últimos años pero que en Europa no acababa de despegar, sobretodo fuera de casa, donde bajaba mucho su nivel. Su mayor logro hasta ahora en Europa era llegar a semifinales de la Copa Korac en 1985.

 Sin embargo contaban con un muy buen equipo, que sería la base de la Grecia campeona de Europa el siguiente verano, con dos grandes estrellas como Panagiotis Giannakis y, sobretodo, Nikos Gallis, máximo anotador del mundial de España disputado ese verano con más de 33 puntos por partido.

 Por plantilla, historia y presupuesto, el gran favorito era el Olimpia de Milán, pero la inercia de ambos equipos parecía indicar lo contrario.

 El partido de ida había de disputarse en Grecia, en una de las pistas más difíciles de Europa debido a su ambiente infernal.

 El comienzo del partido fue una clara muestra de como iba a ser el resto del encuentro. Una falta en ataque de McAdoo era contestada con dos triples de Giannakis y Gallis.
 En un momento, el Aris se ponía con un 19-9 en el marcador, con 13 de los 19 puntos anotados por su pareja ganadora. Un triple y dos de las habituales penetraciones apoyándose en tablero de Gallis aumentaban la ventaja hasta 28-11.

 El Olimpia se veía desbordado mientras Gallis se hacía dueño y señor del partido. Con tres asistencias de la estrella griega al contraataque se llegaba al descanso con un rotundo 60-34 en el marcador. Gallis ya llevaba 22 puntos.

 La segunda parte no comenzó mejor para los italianos. Una asistencia y una canasta de Gallis ponían el 64-34 para empezar el periodo, y la diferencia siguió subiendo hasta llegar a una renta máxima de 36 puntos (81-45) tras un 2+1 sacado por Gallis a McAdoo y otros dos tiros libres posteriores .

 A partir de aquí, el equipo griego, contento con la diferencia, durmió el partido dejando pasar el tiempo con pases entre sus jugadores exteriores (Gallis-Doxakis primero y Gallis-Giannakis despues) sin apenas intención de lanzar hasta los últimos segundos de cada posesión. Esto unido a un McAdoo que asumió el ataque de su equipo en los últimos minutos, hizo que la diferencia se rebajase ligeramente hasta los 31 puntos finales (98-67).

  Nikos Gallis terminaba con 44 puntos y un partido casi perfecto tanto en ataque como en la dirección de su equipo.

 Las reacciones al partido no se hicieron esperar y todo el mundo empezaba a vislumbrar un claro cambio de ciclo en Europa. El ocaso de Meneghin, la decadencia de McAdoo y D'antoni o la ascensión de Gallis eran comentarios habituales. Parecía que era el momento claro para que el antiguo rey Meneghin dejase paso al nuevo, Gallis.

 Con este ambiente y tan solo una semana después, la serie viajaba a Milán. Dan Peterson, entrenador del Olimpia, habló con sus jugadores antes de comenzar el partido y les dijo: "Me gustaría ganar este partido aunque sea solo por un punto, y quiero simplemente salir y jugar 40 minutos, sin pensar en la diferencia de puntos". Y luego añadió: "Pero si vosotros vais a tratar de recuperar los 31 puntos, no tengáis prisa. Tened calma. Sólo tratad de recuperar un punto por minuto, así que no tratéis de hacerlo todo de una vez".

 Peterson sabía que tenía que parar a la pareja exterior del Aris, así que puso a Premier y D'antoni a defender a Gallis y Giannakis. Y dió resultado. El Olimpia, sin jugar un gran partido en ataque pero defendiendo bien, llegaba al descanso 14 arriba (44-30) y dejando a la estrella griega en malos porcentajes de tiro, acabando con un poco habitual 0 de 4 en triples.

 Se había recuperado mucha ventaja, pero aun se estaba lejos del milagro.
 En el segundo tiempo, con una defensa 1-3-1 asfixiante, rayando lo ilegal (el conocido karate-press italiano), el ataque griego se vio ahogado y la diferencia comenzó a hacerse cada vez mayor.

 A falta de cinco minutos, una canasta de Meneghin obraba el milagro y ponía al equipo de Milán con una ventaja de 32 puntos, o lo que es lo mismo, por delante en la eliminatoria.

 Empezaba un nuevo partido de cinco minutos donde se decidiría toda la eliminatoria. Un triple de Premier era contestado por otro de Giannakis y, a partir de aquí, la presión era tan grande en el pabellón, que ninguno de los dos equipos fue capaz de anotar ninguna canasta más hasta que, a falta de menos de un minuto, una muy discutible falta sobre Premier, le permitía anotar dos tiros libres que decidían la eliminatoria.

 El Aris tuvo un ultimo intento de igualar la eliminatoria pero falló el triple. El partido acababa con un D'antoni corriendo por la pista para consumir el tiempo, emulando la histórica imagen de Cousy con los Celtics. El milagro se había obrado. 83-49 y el Olimpia se clasificaba para la liguilla de semifinales.

 Bob McAdoo admitió: "Ese fue el único partido en mi carrera que no pensaba en anotar puntos. Solo pensaba en defender, taponar y coger rebotes. Ese partido fue, de largo, el más intenso de mi carrera". El propio Peterson declaró estar tan en shock que apenas pudo levantarse del banquillo al finalizar el encuentro. "Fue, sin duda, el partido más emocional que he dirigido".

 Finalmente, la corona no solo no cambió todavía de manos, si no que la eliminatoria dio alas al equipo italiano hasta el punto de acabar alzándose con el trofeo venciendo en la final al Maccabi de Tel Aviv  71-69. Al año siguiente, primero con formato de 'Final Four' también se proclamarían campeones, venciendo de nuevo al Maccabi en la final.

 Meneghin seguiría jugando hasta los 45 años, llegando incluso a enfrentarse a su propio hijo.
 12 ligas, 6 copas, 1 Copa Korac, 2 Recopas y 7 Copas de Europa. Plata en los JJ.OO. de Moscú y oro en el Eurobasket del 83. En 1991 fue elegido mejor jugador europeo de la historia. En 2003 se convirtió en el segundo italiano en ingresar en el 'Basketball Hall of fame' y en 2010 se anunció su entrada en el 'FIBA Hall of fame'.

 Nikos Gallis por su parte, llegaría a tres Final Four de la Copa de Europa consecutivas y se retiraría con 8 ligas griegas y como máximo anotador de la liga griega en 11 ocasiones, del Eurobasket en 4 y del mundial en 1986.


viernes, 28 de septiembre de 2012

El día que la NBA visitó España

 A mediados de los años 50 el baloncesto español había evolucionado desde que el padre Eusebio Millán lo introdujo en España más de 30 años atrás.

 En 1955, en los II Juegos Mediterráneos disputados en Barcelona, la selección española lograba alzarse con el oro por primera vez al vencer a Egipto en la final por 61-55.
 El baloncesto español comenzaba a despegar y nombres como los de Eduardo Kucharski, Joaquin Hernandez o Jordi Bonareu comenzaban a recibir el calificativo de grandes estrellas de nuestro baloncesto.

 Mientras, al otro lado del charco, la liga profesional americana llevaba casi diez años en marcha y los Syracuse Nationals vencían a los Fort Wayne Pistons por 4-3.

 Ese mismo verano, el Departamento de Estado de los Estados Unidos realizó una gira por Europa y norte de África, entre cuyos actos estaba la promoción de su baloncesto profesional. Dicha gira transcurriría por países como Islandia, Austria, Irán, Egipto o Italia y, gracias a los movimientos realizados por el gran Raimundo Saporta, los Nationals (actuales Philadelphia 76ers) jugarían dos partidos en Barcelona y otros dos en Madrid (ciudades que concentraban la práctica totalidad del baloncesto en nuestro país).

 En Mayo de 1956, el equipo de Syracusa, con su estrella Dolph Schayes a la cabeza, aterrizaba en Barcelona tras los encuentros disputados ante la República Checa en Praga y selecciones de las ciudades de Viena, Beirut, Roma, Milán o Stuttgart.

 En España poco se sabía del lejano baloncesto norteamericano, aparte de vagas referencias o de las visitas de los Globetrotters o la participación de un combinado americano compuesto por soldados destinados en la base inglesa de Lakenheath en el primer torneo de navidad del Real Madrid organizado por el propio Saporta.



 Los días previos a los partidos, la delegación americana no dejó de promocionarse con pequeños campus de actividades o con ruedas de prensa para explicar en detalle el sistema de baloncesto americano (las reglas distintas, el drafteo de jugadores universitarios, etc.).
 Incluso se proyectaron unos vídeos del juego de los Nationals para jugadores, equipo técnico y periodistas.

 Un periodista del 'El Mundo Deportivo' escribía: "La película, inútil decirlo, nos supo a poco. En parte, por la brevedad del documental. Y en parte, también, por la misma excelsa calidad de lo que sobre la pantalla se habla proyectado. Admirando a estos fabulosos gigantes nos fué posible comprobar que todo lo mucho y bueno que del «Nats» se nos ha referido queda necesariamente pálido ante la realidad. Es, sin duda, algo para verlo más que para contarlo". Y seguía: "Tras la proyección (bisada
repetidas veces, como si se nos hubiera querido convencer de que todo «aquello» era real) el convencimiento de que el «Syracuse» ha alcanzado, en baloncesto, las inasequibles cotas de la perfección, privaba, con absoluta unanimidad, entre los afortunados asistentes a este avance de la actuación de los sensacionales campeones del mundo".

 Lo que más sorprendía a los españoles era el tremendo ritmo al que se jugaba, la facilidad de anotación y el gran movimiento del banquillo.

 Con todo esto y ante la reciente victoria de los americanos sobre la selección checoslovaca, subcampeona de Europa y gran potencia junto a Rusia y Hungría, por 96-53, todo el mundo se daba por satisfecho si los españoles se entregaban al máximo, el resultado no era mucho más abrumador que el de los checos y podíamos disfrutar al máximo con los 'Nats'.

 Durante toda la gira, los partidos se disputarían con una mezcla de los dos tipos de reglas, esto es: la primera parte constaría de dos cuartos de 12 minutos jugados con balón de plástico; la segunda serían 20 minutos seguidos jugados con balón de cuero.

 Llegó el lunes 14 y los Syracuse Nationals se enfrentaban en el Palacio Municipal de Deportes de Barcelona a una selección catalana liderada por Kucharski y Bonareu.


 Al comienzo del partido, los españoles se permitieron el 'lujo' de dominar a los 'Nats' por 14-12 e incluso llegar al final del primer cuarto empatados a 25. Pero rápidamente los jugadores españoles se dieron cuenta que los americanos no habían estado jugando a su mejor nivel precisamente.

 En el segundo cuarto, los de Syracusa apretaron tanto en defensa como en ataque y al descanso ya vencían por 64-27.

 La gente en la grada enloquecía con el espectáculo de los americanos que acabarían venciendo por 105-65.

 Hay que decir que los jugadores de los Nationals llegaron a la gira con la clara intención de dar espectáculo y mostrar un baloncesto diferente al que aquí se conocía, y nunca de humillar a sus rivales, ganando todos los partidos con marcadores cercanos a los 100 puntos cuando, de haber querido, podían haberse disparado.

 Los elogios en los periódicos no se hicieron esperar: "La actuación del «Syracuse» constituyó algo sencillamente maravilloso. Vimos un equipo sensacional, de increíble capacidad. Unos jugadores que, para definirlos, habría de inventar nuevos adjetivos de encomio. Vimos, en fin, el mejor baloncesto del mundo. Ese baloncesto que solo puede producir Norteamérica".

 José Luis Martinez, integrante de la selección catalana, recordaba: "Con ellos jugaba unpelirrojo, Kerr, que medía 2.15, que dominó como quiso los rebotes. Tenían también un base, King, éste de baja estatura, pero de una técnica individual sensacional. Todos, en fin, blancos en su mayoría, eran jugadores de fantástica calidad. El entrenador americano fue haciendo relevos en todo el encuentro, lo que para nosotros, que, con un cinco fijo, no se hacían cambios más que en casos de extremada necesidad,fue todo un descubrimiento".

 Por parte española, destacó la dirección de Kucharski y la anotación de Alfonso Martinez con 17 puntos. Sin embargo, la estrella del equipo, Bonareu, apenas pudo brillar por la falta de entreno debido a que estaba cumpliendo el sevicio militar.

 Bonareu es uno de los mejores tiradores de toda la historia del baloncesto español, con un porcentaje de acierto del 90% en las competiciones nacionales y un anotador compulsivo. Ante su mala actuación, apostó que en el próximo partido anotaría al menos 25 puntos al equipo americano.

 Al día siguiente, los 'Nats' volvían a jugar, esta vez ante un combinado nacional, compuesto por los mismos jugadores que el combinado catalán, con las incorporaciones de Díaz Miguel y Joaquin Hernández.

  Los jugadores de Syracusa volvieron a desplegar su espectacular juego y su facilidad anotadora (según las crónicas, Kerr anotó dos ganchos 'de auténtica antología'). Al descanso vencían 28-51.

 Sin embargo, una gran segunda parte de los españoles, liderados por Bonareu, que ganaría la apuesta al anotar 28 puntos, dejaba el marcador final en 95-65, lo que quería decir que el parcial de la segunda parte era de 37-44. Sólo siete puntos abajo, lo que se tomo por una gran victoria en el bando español.

 Al finalizar el partido, ante el gran éxito y con el pabellón a reventar, por megafonía se anunciaba un nuevo encuentro en Barcelona, que en principio no estaba previsto, tras la gira por Madrid, lo que causó un tremendo júbilo entre la afición.

 Los Syracuse Nationals se desplazaron hasta la capital, donde el jueves jugaban contra una selección de Castilla.

 Antes del partido los espectadores del Frontón Fiesta Alegre (no confundor con Vistalegre) pudieron disfrutar de una victoria por 121-28 de los juveniles del Real Madrid entrenados por Pedro Ferrandiz.

 Una buena actuación de Schayes y King lideró la victoria visitante por 61-86. Esta vez los americanos no se emplearon muy a fondo y en la segunda parte de nuevo, y debido también al cambio al balón europeo, el partido estuvo relativamente igualado, ya que al descanso el resultado era de 29-48.
 Entre los castellanos destacó su mejor jugador, Joaquin Hernández, quien todo el mundo coincidía en que este partido le iba a venir muy bien ya que era como una esponja para el baloncesto, 'capaz de asimilar todo lo bueno que ve'.

 Esa misma noche, y siguiendo con los actos de la gira, los jugadores americanos dieron unas clases prácticas a chavales en el Colegio Ateneo y los embajadores americanos en España (Mr. Lodge y señora) ofrecieron una recepción para jugadores y técnicos americanos y españoles.

 Al día siguiente un nuevo enfrentamiento, esta vez ante un combinado español. Pero esta vez decidieron introducir variantes para mejorar el espectaculo. Con el fin de que lo jugadores americanos pudiesen esforzarse a tope y así mejorar el espectáculo, decidieron jugar con un handicap de 40 puntos, sumando 20 puntos al marcador español al comienzo de cada periodo.

 Esta vez, los americanos no tenían porqué contenerse, y se emplearon a fondo desde el principio, tanto en ataque como en defensa. Sin embargo, las nuevas reglas, unidas a una genial actuación de Hernandez en el primer cuarto, hicieron que el partido se mantuviese bastante igualado.

 El jugador español estuvo a la altura de sus adversarios controlando el juego y moviendo a sus compañeros, que, por desgracia, no estaban a su mismo nivel y las diferencias se fueron reduciendo. Al final del primer cuarto la ventaja ya era sólo de cinco puntos (36-31) y, tras el empate a 41, los 'Nats' tomaron ventaja. Al descanso el marcador era 41-51, lo que quería decir que, a pesar de la impresión que tenía todo el mundo de que se estaba jugando un gran encuentro, la diferencia real al descanso era de 30 puntos.

 Al comenzar la segunda parte y tras sumar los pertinentes 20 puntos, ahora España ganaba 61-51, pero tras un gran comienzo que obligó incluso a pedir un tiempo muerto al entrenador visitante (algo casi impensable), el cansancio de Hernández comenzó a notarse y los Nationals se escaparon definitivamente hasta el 91-100 final, que correspondía a un 51-100 real.

 Al día siguiente, el diario 'ABC' titulaba: "Los jugadores del Syracuse ofrecieron anoche la más perfecta exhibición de baloncesto que en Madrid se ha presenciado".

 Aun quedaba un partido por disfrutar. De vuelta en Barcelona y de nuevo contra una selección catalana, pero esta vez con la nueva modificación de los 40 puntos de ventaja.

 De nuevo esto hizo que los Nationals se empleasen a fondo para regocijo de la grada y, a los 3 minutos del segundo cuarto, ya habían neutralizado la ventaja inicial de 20-0. Cuando la pistola (sí, la pistola) señaló el descanso, el marcador ya era de 48-61.

 En la reanudación se sumaron los 20 puntos a los locales, poniendo el 68-61, que sólo tardarían 6 minutos en neutralizar (74-75).
 En su último partido en España los Nationals estaban forzando su juego más que nunca ante una grada que se debatía entre la fascinación y la incredulidad.

 El encuentro se cerró con un 98-111 (que en realidad era un 58-111). Schayes acabó con 21 puntos y 14 rebotes como el jugador más destacado.

 La actuación de los americanos fue inolvidable, dando una lección de cómo jugar al baloncesto. Al terminar el encuentro, el Palacio de los Deportes les dedicó una atronadora y prolongada ovación con la que quisieron demostrar a estos fenomenales jugadores la simpatía y admiración que con sus inolvidables exhibiciones se habían granjeado.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

El día que LeBron asumió la responsabilidad

 Los primeros años de la década de 2000 fueron, posiblemente, los de peor recuerdo en la franquicia de los Cleveland Cavaliers desde su llegada a la NBA allá por 1970.

 Lejos quedaban ya los años de lucha contra los mismísimos Bulls de Michael Jordan de la mano de los Mark Price, Larry Nance, Craig Ehlo o Brad Daugherty, llegando a forzarles un séptimo partido en la final de conferencia de 1992. Incluso los últimos años de los 90 donde jugadores como Shawn Kemp, Ricky Davis o un joven Ilgauskas hacían disfrutar a la grada aunque sin grandes resultados.

 Pero, poco a poco, el equipo se fue haciendo habitual de los últimos puestos de la tabla. Esto les llevó también a estar, año a año, entre los primeros puestos en la lotería del Draft, pero elecciones poco acertadas como Dajuan Wagner (6), DeSagana Diop (8) o Chris Mihm (7) hundían aun más al equipo.

 La franquicia tocó fondo en la temporada 2002-03, acabando con 17 victorias como peor equipo de la liga (empatados con los Nuggets), lo que les daba la oportunidad de elegir con el nº1 del que, a posteriori, sería uno de los mejores drafts (si no el mejor) de la historia, y llevarse a un joven del cercano instituto St. Vincent - St. Mary llamado LeBron James.

 James estaba llamado, según todo el mundo, a marcar una época tanto del equipo de Ohio como de toda la liga. Y no tardó en empezar a demostrar su calidad.
 En su primera temporada, el equipo no consiguió clasificarse para los playoffs, pero lograba 18 victorias más que el año anterior y LeBron se hacía con el galardón de Rookie del año por delante de Carmelo Anthony.

 Los dos años siguiente prometían aun más y, pese a la marcha de Carlos Boozer, James, junto con Gooden e Ilgauskas, y las llegadas de los agentes libres Larry Hughes, Donyell Marshall y Damon Jones formaron un equipo esperanzador.

 El primero empezaron muy bien, pero un mal final de liga les dejó fuera de playoff empatados con New Jersey Nets en la octaba posición. El segundo se ascendió hasta las 50 victorias en temporada regular, clasificándose en cuarta posición para playoffs, donde se deshicieron de Washington en primera ronda y pusieron en grandes aprietos a Detroit Pistons, lideres de la temporada regular y finalistas de la NBA los últimos dos años, forzando el séptimo partido y llegando a ponerse 3-2 arriba.

 En la temporada 2006-07 ya no había excusas y el equipo, con LeBron James consolidado en la élite de la liga, tenía que dar un paso adelante y luchar definitivamente por el título. Y lo hizo.

 Ese año repitieron las 50 victorias en temporada regular, pero esta vez les valió para ser segundos de su conferencia solo por detrás de los Pistons.

 En los playoffs volvían a encontrarse en primera ronda con los Washington Wizards, pero estos, sin sus estrellas Arenas y Butler lesionadas, poca oposición pudieron hacer, llevándose los Cavaliers la serie por 4-0. En segunda ronda, ante los New Jersey Nets, con un Jason Kidd promediando un triple-doble en la serie (14'6 puntos, 10'9 rebotes y 10'9 asistencias), los Cleveland Cavaliers ganaban 4-2 y se clasificaban para una final de conferencia 15 años después.

 Allí les esperaban los Pistons, con el recuerdo aun reciente de la gran eliminatoria disputada por ambos un año antes. El equipo de Detroit aun contaba con el bloque que le llevó a ser finalista en 2004 y 2005, con el único cambio de Ben Wallace, sustituido por Chris Webber.

 A estas alturas nadie dudaba ya de la grandísima calidad que poseía LeBron James, pero aun levantaba duda en un aspecto: su problema para asumir la responsabilidad en los momentos importantes. La mayoría de los tiros sobre la bocina que había asumido en su carrera los había fallado, creando inevitables comparaciones con sus compañeros de generación, Carmelo Anthony y Dwyane Wade, maestros en estas lides.

 Y los dos primeros partidos de la serie no iban si no a incrementar estas dudas, ya que, en el último cuarto del primer partido, LeBron únicamente tiró tres veces a canasta, anotando sólo 2 puntos y cediendo el balón a Donyell Marshall en la última jugada para llevarse el partido, tras penetrar y tener un tiro claro. En el segundo partido, la historia fue similar, con un mal último cuarto con 2 de 7 en tiros, malas decisiones tomadas y un último tiro para llevarse el partido que esta vez si asumió pero que falló claramente.

 Los Pistons se ponían 2-0 con un resultado idéntico (79-76) en los dos primeros partidos jugados en Detroit, y las dudas asaltaban por completo la ciudad de Cleveland.


Las series viajaron hasta Cleveland y, sin la gran defensa como locales de los Pistons, los marcadores eran superiores y los Cavaliers se sentían más a gusto, consiguiendo empatar la serie 2-2 con LeBron anotando 32 y 25 puntos respectivamente y con la gran aparición de Gibson con 21 puntos, rookie casi inédito durante toda la temporada.

 Pero las series volvían al Auburn Hills y con ello las dudas. Si LeBron no daba un paso al frente y asumía su condición de superestrella, iba a ser difícil acabar con el veterano equipo de Detroit.

 Los primeros minutos del partido estuvieron muy empatados, con bastantes imprecisiones en ambos equipos. Tras poco más de 3 minutos, dos triples de Hughes parecía que daban algo de ventaja a los Cavs, pero Detroit, volcados en su juego interior durante todo el partido, con jugadores veteranos pero muy rocosos como Rasheed Wallace, Chris Webber o Antonio McDyess, cogía seis puntos de ventaja a falta de 4 minutos (21-15) que ya no cedería hasta el final del cuarto.

 Tras un amago de tangana por una fuerte falta sobre Varejao saldado con una técnica a LeBron James y dos técnicas y expulsión a McDyess (duro golpe para los Pistons) y un triple de James que no tocaba ni aro, se acababa el primer cuarto con un 29-23. Detroit dominaba la pintura y Wallace se iba con 8 puntos.

 En el segundo cuarto, todo continuó igual. Detroit basando todo su juego en la pintura, con Wallace y Webber anotando a placer, y Cleveland, intentando aguantar las diferencias a base más de garra que de otra cosa. A falta de algo menos de 7 minutos para el descanso, la diferencia se mantenía en seis puntos (39-33).

 Pero una gran racha del lituano Ilgauskas, con 7 puntos consecutivos, ponía a su equipo a solo dos puntos (42-40). Un 2+1 de LeBron y una gran asistencia del propio James a Varejao conseguía poner por delante a los Cavaliers.
 Tras un parcial de 0-7, Cleveland ganaba 46-49, pero dos últimas canastas de Billups, que asumió el control, evitaban que los Pistons se fuesen al descanso por debajo en el marcador (52-51).

 Al descanso, la igualdad en el marcador era clara, pero no así en las sensaciones. El juego interior de Detroit dominaba claramente y solo pequeños destellos de calidad individual permitían a Cleveland mantenerse en el partido.

 El tecer cuarto se convirtió en un reflejo de la primera parte.
 A una gran salida de los locales, con un parcial de 9-2 liderados por Prince (61-53 min.2:30) le siguieron unos buenos minutos de Ilgauskas que acercaron a Cleveland (65-61 min.7), una racha de más de 3 minutos sin anotar de Detroit en la que Cavaliers empata con una canasta de Varejao y con dos parciales consecutivos de 5-0 y 0-5 respectivamente se llegaba al final del tercer cuarto con el partido empatado (70-70). En definitiva, casi un calco de la primera mitad.

 El partido entraba en su fase definitiva pero esta vez Cleveland tomaba ventaja desde el principio. Un par de jugadas de Ilgauskas les daban tres puntos de ventaja que mantendrían hasta mediado el cuarto (78-81 min. 6:30). Sin embargo, un parcial de 10-0 liderado por Richard Hamilton sumado a la quinta falta de Ilgauskas, ponían el partido en clara ventaja para los Pistons (88-81 a 3:15 para el final).

 Entonces, las dudas y los rumores comenzaron y todas las miradas empezaron a volverse a LeBron James. El equipo llevaba 3 minutos sin anotar y, en la mayor parte de esas jugadas, sin llegar siquiera a tirar, y el propio LeBron, a pesar de llevar ya 21 puntos, tan solo había tirado una vez en todo el último cuarto para 2 puntos. Todo el mundo comenzaba a mencionar los dos primeros partidos de la serie.

 Sin embargo, James no estaba por la labor de repetir la historia. Se propuso asumir la responsabilidad, pidió el balón y comenzó su espectáculo particular.

 En las siguientes jugadas, una penetración con 2+1, un triple y un uno contra uno ante Maxiell culminado con un enorme mate, ponían a su equipo por delante 88-89 a falta de 30 segundos, a pesar de fallar tres tiros libres en ese periodo.

 Sin embargo Billups, dispuesto a amargar la fiesta a los Cavs, anotó un enorme triple delante de Gibson que ponía el 91-89. Pero a LeBron aun le quedaba una oportunidad.
 Los Cavs prepararon el aclarado y los Pistons decidieron defender 1 contra 1. Pero Prince no tuvo ninguna opción de parar a un James que empataba con un gran mate.
 Billups tuvo una última oportunidad para llevarse el partido, e incluso hizo volar a Eric Snow antes de lanzar un triple que rebotó en el aro y salió.

 El partido se iba a la prórroga con un LeBron James lanzado que había anotado 9 de los 10 últimos puntos de su equipo ( a escepción de un tiro libre de Gooden).

 La prórroga no pudo ser más igualada, con ambos equipos con sus tácticas muy claras.
 Detroit jugando balones interiores y buscando la superioridad de Wallace, anotando y sacando muchas faltas. Cleveland, olvidándose de tácticas y buscando aclarados aprovechando que su estrella estaba en modo imparable.

 La defensa individual de Prince sobre LeBron no estaba funcionando en absoluto y cada jugada era un aclarado que culminaba con un mate o una falta personal. Por suerte para los Pistons, en el otro aro Wallace no deja de sacar faltas y mantiene el partido empatado a base de tiros libres.

 Una buena defensa de los Cavs provoca un 'campo atras' y, en la siguiente jugada, James clava un tiro en suspensión con dos jugadores siguiendole que pone una ventaja de 4 puntos que, a falta de 30 segundos, y con un partido tan empatado, parece definitivo.
 La estrella de Cleveland lleva ya 39 puntos y 18 de los 19 últimos puntos de su equipo.

 Por desgracia, dos acciones desgraciadas del propio LeBron, con un tiro que se va sin tocar aro y una falta a Billups a 3 segundos del final, permitían a los Pistons igualar el partido con dos tiros libre que, por supuesto, no iba a desaprovechar el base de Detroit.
 Por lo tanto habría una segunda prórroga.

 El planteamiento de los Cavaliers no iba a variar en absoluto, valiéndose de una actuación por parte de LeBron James con tintes ya de épica. Sin embargo, tras una primera jugada del nuevo tiempo extra en la que LeBron, de nuevo, anota fácil frente a Prince, los Pistons deciden cambiar la defensa y hacer un 2 contra 1 constante y asfixiante sobre el número 23.

 Por primera vez en casi 10 minutos, los Cavs tienen que mover el balón. Los tres ataques siguientes acaban con tres fallos de Pavlovic. Detroit no desaprovecha esta situación y, con un 2+1 sobre Webber pone un 107-104 en el marcador a falta de 1:30.

 A pesar de la asfixiante defensa, LeBron tiene que anotar. En el siguiente ataque, consigue ganarles un metro a sus defensores para anotar un gran triple que empataba el partido 107-107.

 El partido está a punto de decidirse. Hamilton falla en el ataque de Detroit y, en la contra, James se la cede a Varejao, bien colocado, pero este recibe un tapón de Prince. Sin embargo el brasileño compensa rápidamente su error colocándole otro tapón a Wallace en la siguiente jugada.

 Solo quedan 10 segundos. LeBron James tendrá la oportunidad de ganar el partido. Sorprendentemente, Detroit decide, en la última jugada, volver a la defensa individual. Por supuesto 'King' James no tiene problemas en sobrepasar a su defensor y anotar una bandeja que le daba la definitiva ventaja de 107-109 a su equipo a falta de 3 segundos.

 Billups tendría una última oportunidad con un tiro en penetración que Varejao punteaba lo justo para evitar la canasta.

 LeBron James no solo había completado una actuación de ensueño, con 48 puntos, 9 rebotes y 7 asistencias, anotando nada menos que 27 de los 28 últimos puntos de su equipo, si no que había allanado el camino para que los Cavaliers disputasen la primera final de la NBA de su historia.

 Ya nadie podría decir que LeBron James no asume la responsabilidad.


domingo, 26 de agosto de 2012

El día que el Estrella Roja ganó el título más épico

 Para aquellos que crean en el destino y en que, si un equipo está predestinado a ganar un título a pesar de todas las circunstancias adversas que se le puedan presentar, le va a ganar, el trofeo de Copa de Serbia y Montenegro, rebautizado como Copa Radivoj Korac, que logró el Estrella Roja a finales de 2003 es el ejemplo perfecto.

 A finales de los 90, el histórico Estrella Roja de Belgrado se vio inmerso en una gran crisis económica. Por ello, a comienzos de 2002, se decide cambiar completamente la gestión del club.
 Personalidades del mundo político y empresarial cercanas al Partido Demócrata acceden a puestos clave del club. Ese verano comienza un proyecto llamado 'evropska Zvezda' (Estrella Roja europeo), ideado para, poco a poco, volver a llevar al club la gloria pasada.

 Con este fin, se contrata al técnico esloveno Zmago Sagadin del Olimpia de Ljubljana, que se convierte en la pieza esencial en el nuevo proyecto. A pesar de que el primer año no ejerciese el puesto de entrenador (sería Aleksandar Trifunovic), sería él quien tomase todas las decisiones importantes como director deportivo.
 Bajo su dirección, el club entraba en la Liga Adriática a comienzos de la temporada 2002-2003. En agosto de 2003 asumía también el puesto de entrenador.

 Sagadin consiguió montar un equipo muy joven pero competitivo, con los locales Jeretin y Dozet como jugadores más veteranos con 25 y 24 años. Además se hicieron con los servicios del americano Norman Richardson y de un Igor Rakocevic que llegaba como estrella tras un mal año en los Minnesota Timberwolves.

 Con todo esto, el Estrella Roja lograba clasificarse para la Copa de su país, que se disputaba en ciudad de Novi Rad y que reunía a los ocho mejores equipos de la Liga Regular.
 El equipo de Belgrado llegaba como líder de la Liga Adriática pero con un discreto papel en la ULEB Cup.

 El primer rival al que se enfrentarían en cuartos de final era el eterno rival, el Partizan. Un duelo de máxima rivalidad para empezar la competición.

 El partido no les fue favorable en ningún momento y el Partizan conseguía mantenerse por delante durante todo el encuentro. El Estrella Roja conseguía mantenerse en partido a duras penas gracias a los puntos de Rakocevic y a irse cargando de personales.

 A falta de 2:40 para el final, el Partizan ganaba por 85-78. Sin embargo, una gran remontada de la mano de 'Rako' conseguía empatar el partido y mandarlo a la prórroga.
 En el tiempo extra, el Estrella Roja llegaba lanzado pero con muchos jugadores eliminados por faltas, pero los jóvenes del equipo tomaban el mando para mantener al equipo por delante.

 Cuando se entraba en el último minuto, el Estrella Roja iba por delante 98-95, pero seguían perdiendo jugadores por faltas. Rakocevic, con 29 puntos y 9 asistencias, se iba al banquillo y el joven Nesovic, que apenas había jugado esa temporada, salia a pista.

 Las faltas seguían cayendo hasta que ya no quedaron suplentes en el banquillo para saltar a la cancha.
 Cuando Vitkovac resultó eliminado, a Sagadin sólo le quedó la opción de sacar al lesionado Jeretin.
 Pero cuando parecía que no podía ir peor, un nuevo jugador, Dragojlovic, caía eliminado, por lo que tendrían que acabar el partido con cuatro jugadores, uno de ellos lesionado. Por suerte, ya no quedaba apenas tiempo y el Estrella Roja ganaba por 103-97. Al final, 105-99.

 Rakocevic recordaba aquel partido: "Me salió un gran partido, era un encuentro importante y sabía que tenía que asumir la responsabilidad". Calificaba la victoria como "increíble. Era un partido muy caliente y tuvimos un poco de suerte".

 En semifinales esperaba el equipo anfitrión, la Vojvodina de Gurovic.

 El equipo de Belgrado era teóricamente superior, pero no realizó un buen partido, por lo que tuvo que apelar de nuevo a la épica.
 Jeretin, aun lesionado, no pudo jugar el partido y, comenzando el último cuarto, Dozet y Rakocevic cayeron lesionados. El primero abandonó el partido, pero la gran estrella decidió continuar a pesar de la lesión. "Me torcí el tobillo a poco del final. No dolía demasiado, por lo que seguí jugando y anoté dos triples".

 El equipo local ganaba a falta de pocos segundos, cuando apareció la figura de Rakocevic para anotar uno de esos triples. "Perdíamos por dos puntos a falta de 16 segundos, cogí el balón, hice un dribling y tiré desde siete metros; me hicieron falta pero no lo pitaron y pensé que el balón no entraría, pero sí lo hizo”.

 A falta de pocos segundos, el Estrella Roja había conseguido ponerse por delante, pero aun no se había acabado la épica, ya que se complicaban la vida con una falta sobre Gurovic que daba a los locales dos tiros libres para llevarse el partido. Pero la presión pudo con el jugador que falló uno de los lanzamientos y el partido se fue a la prórroga en la que cuatro jóvenes acompañando al americano Richardson se llevaron el partido sin grandes apuros.

 El Estrella Roja estaba en la final, pero había perdido a su estrella. "Me di cuenta de que lo del tobillo era serio, cada vez dolía más y apenas podía andar por lo que tuve que irme al hospital”.

 En la final esperaba el Reflex, ex Zeleznik, que llegaba como favorito, especialmente tras las bajas de Dozet y Rakocevic, aunque, al menos, el Estrella Roja recuperaba a Jeretin.

 El Reflex dominó durante todo el encuentro, con rentas cercanas a los 20 puntos. A falta de 1:45 para el final del partido la diferencia era de 11 puntos (75-64), y hasta entrar en el último minuto tan solo una canasta de Radivojevic cambió el marcador (75-66).
 Un minuto para el final y el Estrella Roja nueve puntos abajo. Tocaba volver a tirar de la épica.

 Los jugadores del Reflex estaban más preocupados de dejar pasar el tiempo que de intentar anotar. Así, acabando su posesión, Popovic pierde el balón y los de Belgrado salen rápidamente a la contra que acaba con un triple de Radivojevic (75-69).
 En el saque de fondo el Reflex pierde el balón y Bogdanovic lanza un triple rápido. Falla y el balón sale, pero el Etrella Roja mantiene la posesión. En el saque de fondo Jeretin vuelve a anotar de tres (75-72).

 Con el parcial de 8-0 el marcador se aprieta y la presión se nota. El siguiente ataque del Reflex es rápido y alocado. Fallan pero consiguen mantener la posesión en saque de banda. Tras un tiempo muerto, salen con la intención de agotar la posesión que acaban con un arriesgado triple que fallan.
 Richardson se lleva el rebote y los de Sagadin salen rápidamente. El balón llega a Radivojevic que lanza un triple que falla, pero el rebote le vuelve a llegar y, en carrera, lanza de nuevo un triple que, esta vez si, empata el partido a 75 a falta de cuatro segundos.

 El Reflex tiene tiempo para un triple forzado de Askrabic, pero no puede evitar que el partido se vaya a la prórroga.

 El Estrella Roja volvía a conseguir, por tercer partido consecutivo, remontar hasta forzar el tiempo extra. Era algo increíble.

 En la prórroga, con la moral por las nubes y con una dirección perfecta de Jeretin, el Estrella Roja consigue hacer una pequeña brecha de 4-5 puntos. El Reflex parece que sólo es capaz de anotar a base de tiros libres, pero les vale para mantenerse en partido.

 A falta de un par de minutos, el partido se convierte en una sucesión de tiros libres por parte de ambos equipos. Pero, al igual que siempre que fueron por detrás en el marcador durante el torneo, nunca se rindieron, cada vez que pudieron matar el partido, tampoco lo hicieron y, a falta de 10 segundos y con dos puntos arriba en el marcador, Jeretin comete falta en ataque al intentar librarse de un defensor.

 Era la quinta falta del jugador que se resistía a abandonar el campo, llevándose las manos a la cabeza, sabiendo que, al igual que en semifinales, habían dado vida a un rival que estaba muerto.

 Pero, igual que en semifinales y en cuartos de final, la suerte estaba de su lado, y un mal ataque final del conjunto del Reflex acabó con un triple forzado desde la esquina de Stefanovic que fallaba, dando así el título en bandeja al Estrella Roja por 89-91.

 Había sido el guión más complicado posible para conseguir el título, pero lo habían conseguido. “Teníamos varias bajas y perdíamos claramente, pero nunca dejamos de luchar y conseguir remontar, forzar la prórroga y ganar… fue increíble” recordaba Rakocevic.

 Jeretin, con 27 puntos, 7 de ellos en la prórroga, se llevó el MVP del torneo, a pesar de haber jugado únicamente la final, trofeo que ofreció a su compañero Rakocevic. “’Es tuyo, eres el héroe, tómalo’, me decía, tiene un enorme corazón, pero el héroe fue él y el trofeo suyo”.

 Así, tras tres partidos inolvidables, el Estrella Roja de Belgrado se hacía con la Copa Radivoj Korac tras 28 años de sequía, y lo hacía de la forma más épica posible.




lunes, 30 de julio de 2012

El día que Reed jugó lesionado

 Muchas han sido las actuaciones cargadas de épica en la NBA. El partido de la fiebre de Michael Jordan, el equivalente de Nowitzki en las finales de 2011, las manos vendadas de Chamberlain en 1972 o los 43 puntos de Isiah Thomas con el tobillo torcido en las Finales del 88. Pero una ha pasado a la historia por encima de todas las demás, la protagonizada por Willis Reed en las finales de 1970.

 Los New York Knicks son un equipo históricamente perdedor, pero esto no siempre fue así. Durante un corto periodo de tiempo a comienzos de los 70, el equipo neoyorkino dominó las pistas de la NBA.

 En la temporada 1969-70, la última con sólo dos divisiones, los Knicks contaban con un quinteto absolutamente genial con Walt Frazier, DeBusschere, Bradley, Barnette y la estrella del momento, el pivot Willis Reed, lo que les valió para dominar la temporada regular claramente con un récord de 60-22, incluidas 18 victorias consecutivas, además de llevarse el MVP de la Temporada Regular (Reed), el mejor manager (Holzman) y tener dos jugadores incluidos en el mejor quinteto de la temporada (Reed y Frazier) y tres en el defensivo (Reed, Frazier y DeBusschere).

 En los Playoffs se deshicieron con dificultades de los Baltimore Bullets en siete partidos en primera ronda y más fácilmente de los Bucks de los rookies Dandridge y Lew Alcindor (futuro Kareem Abdul-Jabbar) por 4-1 en las finales de conferencia.

 En la gran final les esperaban los Lakers, quienes, a pesar de haber perdido a Goodrich en el draft de expansión, habían montado también un equipo, al menos, a la altura del de los Knicks, con Jerry West, quien promediaba más de 31 puntos por partido, Wilt Chamberlain, que había regresado de una lesión que le había apartado toda la temporada a falta de tres partidos para el final de la liga regular, Elgin Baylor y el rookie Dick Garret.

 La serie se preveía empatada y no defraudó. En los dos primeros partidos en Nueva York las victorias se repartieron.
 Con la serie empatada, la acción se trasladó a Los Angeles, donde se vivió una de esas escenas que ya han pasado a la historia de la NBA, con una canasta de West desde más allá de medio campo sobre la bocina para empatar el partido. En la prórroga los Knicks se llevarían la victoria por 111-108 con 38 puntos de Reed.

 En el cuarto partido, los 37 puntos de West y los 30 de Baylor y la actuación inesperada de Tresvant fueron demasiado para los Knicks y los Lakers conseguían empatar la serie.

 El quinto partido, de nuevo en el Madison, también estuvo cargado de épica, cuando, con sólo ocho minutos jugados de partido y con los angelinos 10 puntos arriba (25-15), Willis Reed, tratando de superar a Chamberlain, caía lesionado. El pivot se retorcía en el suelo mientras el árbitro dejaba seguir el juego. Reed se quedaba fuera de lo que quedaban de finales.

 El mazazo para los Knicks era increíble, llegando al descanso 13 puntos abajo. Sin embargo, tras el descanso, el entrenador local sorprendió con una defensa zonal que alejó a Chamberlain del aro, dejándolo en sólo 4 puntos en la segunda parte y dejando a West sin anotar en este periodo, logrando finalmente la victoria por 107-100.
















 Los Knicks afrontaban el sexto partido, que podía darles el título, sin su mejor jugador y con la moral por los suelos a pesar de ir por delante en la serie por 3-2, lo que se reflejó en la cancha desde el primer momento.

 Chamberlain, sin oposición ante la baja de Reed, se hizo dueño de la zona y, con unos increíbles 45 puntos y 27 rebotes, llevó a los Lakers a una cómoda victoria por 135-113.

 Así, se llegaba al séptimo y definitivo partido con los Lakers como claros favoritos a pesar de jugarse en el Madison y de la duda de Jerry West para el último partido de la final, que arrastraba problemas en las manos durante gran parte de las finales.
 Pero, a pesar de los esfuerzos, no parecía probable que Willis Reed fuese a llegar a tiempo de jugar el séptimo partido con garantías.

 El día 8 de Mayo se celebró el definitivo partido de las finales de 1970. Ambos equipos salieron a la rueda de calentamiento anterior al partido, pero faltaba un jugador entre los locales. Reed no había conseguido recuperarse a tiempo para el partido y se había quedado en los vestuarios.
 La preocupación se palpaba en el equipo local y en los 19.500 espectadores que se habían dado cita en el Garden.

 Pero algo increíble ocurrió entonces. Del oscuro túnel de vestuarios emergió una figura. Era Willis Reed. En una demostración de coraje, iba a disputar el partido a pesar de la lesión y de su ostensible cojera.

 El publico enloqueció con la aparición de su ídolo. El speaker del estadio gritaba: "¡Aquí viene Willis!¡El público está eufórico! Willis pasa por delante de la mesa de anotadores, toma una pelota. Los Lakers han dejado de lanzar, ¡ahora están observando a Willis!"


 La simple aparición de Reed había dado un vuelco total a la situación. Sus compañeros y todo el público del Madison tenían una energía renovada.

 Pero las demostraciones de coraje no acabaron ahí. El partido comenzó y, tras un ataque fallido de los Lakers, Reed, cojeando y muy despacio, llegaba el último al ataque de su equipo, recibía, y anotaba en suspensión. El estadio se venía abajo.
 Su cojera era alarmante, pero en la siguiente jugada anotaba de nuevo desde el lateral.

 Reed no anotaría más en aquel partido, pero daba igual, ya había hecho lo más importante. Había contagiado a su equipo de una energía que iba a llevar en volandas a su equipo.

 Los Knicks comenzaron el partido con un parcial de 9-2, del que se pasó al 15-6 y al 30-17. Cuando Reed abandonó definitivamente el partido tras 27 minutos jugados, el marcador mostraba un 61-37. Además, la gran defensa del pivot sobre Chamberlain, a pesar de las dificultades, le dejó en un 2 de 9 en lanzamientos hasta ese momento.

 A partir de ese momento, el equipo de Nueva York supo administrar su ventaja hasta el 113-99 final.

 Los New York Knicks ganaban el primer campeonato de su historia, en una de las mejores finales que se han visto, gracias al gran partido de Frazier, con 36 puntos y 19 asistencias, la ayuda de los 21 puntos de Barnett y los 17 rebotes de DeBusschere, pero sobretodo gracias al espíritu y el coraje de Willis Reed.

 "Quise jugar", recordaba el jugador. "Eran las Finales, un momento único en tu vida. No quería tener que mirarme en el espejo 20 años más tarde y lamentarme por no haber tratado de jugar."
 Por su parte Walt Frazier decía: "Observé al equipo entero de los Lakers de pie alrededor mirando a este hombre. Cuando dejamos de calentar, algo me dijo que podíamos ganar el partido".

 Reed fue nombrado MVP, siendo el primer jugador que conseguía en un solo año los galardones de MVP de la Temporada Regular, del AllStar y de las Finales NBA.

 Dos años más tarde, los Knicks ganaban su segundo y último anillo también a los Lakers por 4-1. Willis Reed era nombrado MVP de las finales convirtiéndose en el primer jugador en lograr dos veces este galardón.

 Un año más tarde se retiraba debido a las lesiones, habiendo promediado en su carrera 18'7 puntos y 12'9 rebotes.

 Años más tarde los cinco números pertenecientes a aquel quinteto titular fueron retirados por los New York Knicks.

lunes, 2 de julio de 2012

El día del escándalo de Atenas y la venganza de Stombergas

 Desde 1957, la máxima competición a nivel de clubes en Europa fue la Copa de Europa. Sin embargo, en el año 2000, esto iba a cambiar completamente.

 Los grandes clubes del continente, liderados por españoles, italianos y griegos, se agruparon en la Unión de Ligas Europeas de Baloncesto (ULEB) y se escindieron de la Federación Internacional de Baloncesto (FIBA), buscando crear una competición que les proporcionase unos mayores beneficios económicos.

 Ante la falta de acuerdo entre FIBA y ULEB, la antigua Copa de Europa desapareció y en su lugar nacieron dos competiciones paralelas: la sucesora oficial, Supraliga, con los equipos israelíes, rusos y de Europa del Este; y la escindida y nueva Euroliga, con los españoles, italianos, franceses y griegos (a excepción del Panathinaikos).

 Dos equipos dominaron la competición en la recién nacida Euroliga: la Kinder de Bolonia de Ginobili, y el TAU Cerámica de Vitoria, que había reunido una plantilla increíble con gente como Luis Scola, Elmer Bennett, Víctor Alexander, Fabrizio Oberto o Saulius Stombergas.

 Casualmente los dos equipos coincidieron en la fase de grupos, pasando los italianos como primeros y los vitorianos como terceros, con el AEK de Atenas colándose como segundos de grupo.

 No fue una fase de grupos brillante del equipo español, acabando con 6 victorias y 4 derrotas. Sin embargo, cuando llegó la fase del K.O. comenzaron a desplegar todo su potencial, plantándose en semifinales sin perder un solo partido.
 Con eliminatorias al mejor de tres encuentros, se deshicieron con facilidad de Peristeri en octavos y del poderoso Olympiacos en cuartos.

 En semifinales les esperaba el AEK de Atenas, con quien ya se había enfrentado en la fase de grupos con un balance de una victoria para equipo. Por tanto, se preveía una eliminatoria igualada.


  El primer partido se celebró en el pabellón OAKA de Atenas y comenzó muy favorable para los locales que, poco antes del descanso, se situaban 9 puntos arriba.
 Pero en la segunda parte los vitorianos reaccionaron y, jugando con dos bases (Bennett y Corchiani), consiguieron igualar el partido hasta llegar empatados a 65 a la última jugada. Corchiani intentó un triple para ganar, pero falló y el partido se fue a la prórroga.

 En el tiempo extra el partido continuó apretado y, a falta de 40 segundos, con un triple del propio Corchiani, el TAU se ponía por delante 72-74. Un tiro libre de Dikoudis para los locales ponía el 73-74. Entonces llegó la jugada final.

 El AEK sube el balón, Kakiouzis lanza desde la bombilla a 3 segundos del final y falla. Cogen el rebote de ataque, salen al triple y lanza Betts casi sobre la bocina y también falla. El balón le cae a Dikoudis con el tiempo ya cumplido pero lanza y anota después de casi tres segundos de la finalización... y el arbitro da la canasta por válida!!!!

 En una decisión completamente ilógica, el colegiado croata Danko Radic, incluso tras acudir a la mesa de anotadores por las protestas del TAU, da por válida la canasta, concediendo así la victoria al equipo local por 75-74 y el primer punto de la eliminatoria.

 Tras la decisión, una batalla campal se montó en torno al comisario del encuentro. La gente comenzó a saltar a la pista y a lanzar objetos. Los jugadores griegos comenzaron a empujar a los españoles e incluso Sergi Vidal fue amenazado con una silla. Por desgracia, algo a lo que estamos acostumbrados que ocurra en las canchas griegas. El arbitro Radic acusó a Elmer Bennett de haberle golpeado. Los jugadores del TAU tuvieron que irse corriendo al vestuario.

 Los vitorianos firmaron el acta bajo protesta y presentaron una queja formal ante la ULEB.

 Tras el partido, Dusko Ivanovic declaró que se trataba de "el mayor escándalo de la historia del baloncesto. Todos han visto quién es el ganador. Después del partido he felicitado a mis jugadores porque ellos han sido los ganadores. El partido lo ha ganado el Tau, no el AEK. Nos han robado el partido y nos han quitado la
oportunidad de anotarnos un triunfo muy importante y dar un salto hacia la final".

 El presidente Querejeta ponía en duda a la nueva competición: "Esperemos que la impugnación ponga las cosas en su sitio y el vencedor sea el que de verdad ha sido. En caso de no prosperar, nos haría dudar de mucho de la Euroliga. Trabajábamos por una competición en la que uno de los objetivos era que esto no ocurriera".

 Así, a la espera de la resolución del juez portugués Xose Manuel Meirim, se jugó el segundo partido de la serie, con la victoria del TAU en el OAKA por 67-70.

 Tras el partido, se dio a conocer la resolución. El partido se repetiría en Atenas.
 La decisión no gustó a ninguna de las dos partes. Los vitorianos tachaban la decisión de chapucera y alegaba que debería jugarse a puerta cerrada. Los griegos pedían la expulsión del TAU por antideportivos, al haber llamado su presidente 'sinvergüenza' al arbitro.

 El día 4 de abril los dos equipos se dieron cita por tercera vez en el OAKA. Pero esta vez había alguien decidido a que las cosas no sucediesen del mismo modo. Saulius Stombergas estaba enchufado.

 El partido comenzó bien para el TAU. A pesar de que Oberto se iba al banco con dos faltas a los 4 minutos, los vitorianos conseguían dejar al AEK sin anotar durante los primeros 6 minutos. Y mientras, Stombergas comenzaba su particular show anotando su primera canasta. Un triple.

  Los griegos sólo conseguían anotar a base de tiros libres, y dos nuevas canastas de Stombergas, una de ellas otro triple, colocaban un parcial de 4-15 para abrir el partido. Betts anotaba la primera canasta en juego del AEK y el lituano respondía con su tercer triple.
 Kutluay tenía que abandonar el partido por una lesión en el tobillo y la ventaja se ampliaba hasta un 8-21 a 30 segundos del final del primer cuarto. Sin embargo, un mal final de cuarto del TAU y una técnica de Ivanovic dejaban un 14-23 al final del mismo.

 Stombergas había anotado únicamente 6 puntos en los dos primeros partidos y ya llevaba 12 puntos esa noche.



 En el segundo cuarto, el equipo local salió con la intención de recortar distancias, pero en cuanto recortaban hasta el 18-25, Stombergas los castigaba con un nuevo triple. Y anotaba dos más en los siguientes tres minutos para liderar un parcial de 8-17.
 Al descanso el marcador señalaba un 34-46 y Stombergas contaba ya 21 puntos y 6 triples sin fallo.

 En la reanudación, hasta dos veces consiguió el AEK acercarse en el marcador (42-49 y 52-57 en el min.27), pero sendos triples del lituano del TAU enfriaban a los griegos.

 Al finalizar el tercer cuarto Stombergas tocaba el cielo con 9 triples sin fallo y 39 puntos anotados. El marcador era de 55-69.

 En el último cuarto, Saulius cedió el protagonismo a un Alexander que, con 18 puntos y 13 rebotes al final del partido, y Elmer Bennett con 13 asistencias, controlaron el último cuarto dejando al AEK sin anotar durante los primeros 5 minutos y acabando el partido con un parcial de 2-12.

 El TAU se llevaba el segundo punto de la serie con una victoria por 25 puntos (65-90) y se colocaba 2-0.

 Stombergas acababa con 39 puntos, con 9 de 9 en triples y 4 de 4 en tiros de 2, fallando únicamente uno de sus 5 tiros libres y personificando una dulce venganza tras una de las situaciones más injustas que se recuerdan en el baloncesto europeo.

 El AEK de Atenas al firmar el acta puso una queja para que se repitiese el partido, alegando que se había jugado con árbitros diferentes a los del primer partido, y que debería repetirse calcando todos los aspectos del primer partido. La demanda no prosperó.

 El TAU vencería el tercer partido en Vitoria, acabando la serie con un 3-0 y plantándose invictos en la final de la Euroliga, donde forzarían el quinto y definitivo partido, en el que perderían ante la Kinder de Ginobili, Jaric, Rigaudeau, Abbio, etc.