En 1955, en los II Juegos Mediterráneos disputados en Barcelona, la selección española lograba alzarse con el oro por primera vez al vencer a Egipto en la final por 61-55.
El baloncesto español comenzaba a despegar y nombres como los de Eduardo Kucharski, Joaquin Hernandez o Jordi Bonareu comenzaban a recibir el calificativo de grandes estrellas de nuestro baloncesto.
Mientras, al otro lado del charco, la liga profesional americana llevaba casi diez años en marcha y los Syracuse Nationals vencían a los Fort Wayne Pistons por 4-3.
Ese mismo verano, el Departamento de Estado de los Estados Unidos realizó una gira por Europa y norte de África, entre cuyos actos estaba la promoción de su baloncesto profesional. Dicha gira transcurriría por países como Islandia, Austria, Irán, Egipto o Italia y, gracias a los movimientos realizados por el gran Raimundo Saporta, los Nationals (actuales Philadelphia 76ers) jugarían dos partidos en Barcelona y otros dos en Madrid (ciudades que concentraban la práctica totalidad del baloncesto en nuestro país).
En Mayo de 1956, el equipo de Syracusa, con su estrella Dolph Schayes a la cabeza, aterrizaba en Barcelona tras los encuentros disputados ante la República Checa en Praga y selecciones de las ciudades de Viena, Beirut, Roma, Milán o Stuttgart.
En España poco se sabía del lejano baloncesto norteamericano, aparte de vagas referencias o de las visitas de los Globetrotters o la participación de un combinado americano compuesto por soldados destinados en la base inglesa de Lakenheath en el primer torneo de navidad del Real Madrid organizado por el propio Saporta.
Los días previos a los partidos, la delegación americana no dejó de promocionarse con pequeños campus de actividades o con ruedas de prensa para explicar en detalle el sistema de baloncesto americano (las reglas distintas, el drafteo de jugadores universitarios, etc.).
Incluso se proyectaron unos vídeos del juego de los Nationals para jugadores, equipo técnico y periodistas.
Un periodista del 'El Mundo Deportivo' escribía: "La película, inútil decirlo, nos supo a poco. En parte, por la brevedad del documental. Y en parte, también, por la misma excelsa calidad de lo que sobre la pantalla se habla proyectado. Admirando a estos fabulosos gigantes nos fué posible comprobar que todo lo mucho y bueno que del «Nats» se nos ha referido queda necesariamente pálido ante la realidad. Es, sin duda, algo para verlo más que para contarlo". Y seguía: "Tras la proyección (bisada
repetidas veces, como si se nos hubiera querido convencer de que todo «aquello» era real) el convencimiento de que el «Syracuse» ha alcanzado, en baloncesto, las inasequibles cotas de la perfección, privaba, con absoluta unanimidad, entre los afortunados asistentes a este avance de la actuación de los sensacionales campeones del mundo".
Lo que más sorprendía a los españoles era el tremendo ritmo al que se jugaba, la facilidad de anotación y el gran movimiento del banquillo.
Con todo esto y ante la reciente victoria de los americanos sobre la selección checoslovaca, subcampeona de Europa y gran potencia junto a Rusia y Hungría, por 96-53, todo el mundo se daba por satisfecho si los españoles se entregaban al máximo, el resultado no era mucho más abrumador que el de los checos y podíamos disfrutar al máximo con los 'Nats'.
Durante toda la gira, los partidos se disputarían con una mezcla de los dos tipos de reglas, esto es: la primera parte constaría de dos cuartos de 12 minutos jugados con balón de plástico; la segunda serían 20 minutos seguidos jugados con balón de cuero.
Llegó el lunes 14 y los Syracuse Nationals se enfrentaban en el Palacio Municipal de Deportes de Barcelona a una selección catalana liderada por Kucharski y Bonareu.
Al comienzo del partido, los españoles se permitieron el 'lujo' de dominar a los 'Nats' por 14-12 e incluso llegar al final del primer cuarto empatados a 25. Pero rápidamente los jugadores españoles se dieron cuenta que los americanos no habían estado jugando a su mejor nivel precisamente.
En el segundo cuarto, los de Syracusa apretaron tanto en defensa como en ataque y al descanso ya vencían por 64-27.
La gente en la grada enloquecía con el espectáculo de los americanos que acabarían venciendo por 105-65.
Hay que decir que los jugadores de los Nationals llegaron a la gira con la clara intención de dar espectáculo y mostrar un baloncesto diferente al que aquí se conocía, y nunca de humillar a sus rivales, ganando todos los partidos con marcadores cercanos a los 100 puntos cuando, de haber querido, podían haberse disparado.
Los elogios en los periódicos no se hicieron esperar: "La actuación del «Syracuse» constituyó algo sencillamente maravilloso. Vimos un equipo sensacional, de increíble capacidad. Unos jugadores que, para definirlos, habría de inventar nuevos adjetivos de encomio. Vimos, en fin, el mejor baloncesto del mundo. Ese baloncesto que solo puede producir Norteamérica".
José Luis Martinez, integrante de la selección catalana, recordaba: "Con ellos jugaba unpelirrojo, Kerr, que medía 2.15, que dominó como quiso los rebotes. Tenían también un base, King, éste de baja estatura, pero de una técnica individual sensacional. Todos, en fin, blancos en su mayoría, eran jugadores de fantástica calidad. El entrenador americano fue haciendo relevos en todo el encuentro, lo que para nosotros, que, con un cinco fijo, no se hacían cambios más que en casos de extremada necesidad,fue todo un descubrimiento".
Por parte española, destacó la dirección de Kucharski y la anotación de Alfonso Martinez con 17 puntos. Sin embargo, la estrella del equipo, Bonareu, apenas pudo brillar por la falta de entreno debido a que estaba cumpliendo el sevicio militar.
Bonareu es uno de los mejores tiradores de toda la historia del baloncesto español, con un porcentaje de acierto del 90% en las competiciones nacionales y un anotador compulsivo. Ante su mala actuación, apostó que en el próximo partido anotaría al menos 25 puntos al equipo americano.
Al día siguiente, los 'Nats' volvían a jugar, esta vez ante un combinado nacional, compuesto por los mismos jugadores que el combinado catalán, con las incorporaciones de Díaz Miguel y Joaquin Hernández.
Los jugadores de Syracusa volvieron a desplegar su espectacular juego y su facilidad anotadora (según las crónicas, Kerr anotó dos ganchos 'de auténtica antología'). Al descanso vencían 28-51.
Sin embargo, una gran segunda parte de los españoles, liderados por Bonareu, que ganaría la apuesta al anotar 28 puntos, dejaba el marcador final en 95-65, lo que quería decir que el parcial de la segunda parte era de 37-44. Sólo siete puntos abajo, lo que se tomo por una gran victoria en el bando español.
Al finalizar el partido, ante el gran éxito y con el pabellón a reventar, por megafonía se anunciaba un nuevo encuentro en Barcelona, que en principio no estaba previsto, tras la gira por Madrid, lo que causó un tremendo júbilo entre la afición.
Los Syracuse Nationals se desplazaron hasta la capital, donde el jueves jugaban contra una selección de Castilla.
Antes del partido los espectadores del Frontón Fiesta Alegre (no confundor con Vistalegre) pudieron disfrutar de una victoria por 121-28 de los juveniles del Real Madrid entrenados por Pedro Ferrandiz.
Una buena actuación de Schayes y King lideró la victoria visitante por 61-86. Esta vez los americanos no se emplearon muy a fondo y en la segunda parte de nuevo, y debido también al cambio al balón europeo, el partido estuvo relativamente igualado, ya que al descanso el resultado era de 29-48.
Entre los castellanos destacó su mejor jugador, Joaquin Hernández, quien todo el mundo coincidía en que este partido le iba a venir muy bien ya que era como una esponja para el baloncesto, 'capaz de asimilar todo lo bueno que ve'.
Esa misma noche, y siguiendo con los actos de la gira, los jugadores americanos dieron unas clases prácticas a chavales en el Colegio Ateneo y los embajadores americanos en España (Mr. Lodge y señora) ofrecieron una recepción para jugadores y técnicos americanos y españoles.
Al día siguiente un nuevo enfrentamiento, esta vez ante un combinado español. Pero esta vez decidieron introducir variantes para mejorar el espectaculo. Con el fin de que lo jugadores americanos pudiesen esforzarse a tope y así mejorar el espectáculo, decidieron jugar con un handicap de 40 puntos, sumando 20 puntos al marcador español al comienzo de cada periodo.
Esta vez, los americanos no tenían porqué contenerse, y se emplearon a fondo desde el principio, tanto en ataque como en defensa. Sin embargo, las nuevas reglas, unidas a una genial actuación de Hernandez en el primer cuarto, hicieron que el partido se mantuviese bastante igualado.
El jugador español estuvo a la altura de sus adversarios controlando el juego y moviendo a sus compañeros, que, por desgracia, no estaban a su mismo nivel y las diferencias se fueron reduciendo. Al final del primer cuarto la ventaja ya era sólo de cinco puntos (36-31) y, tras el empate a 41, los 'Nats' tomaron ventaja. Al descanso el marcador era 41-51, lo que quería decir que, a pesar de la impresión que tenía todo el mundo de que se estaba jugando un gran encuentro, la diferencia real al descanso era de 30 puntos.
Al comenzar la segunda parte y tras sumar los pertinentes 20 puntos, ahora España ganaba 61-51, pero tras un gran comienzo que obligó incluso a pedir un tiempo muerto al entrenador visitante (algo casi impensable), el cansancio de Hernández comenzó a notarse y los Nationals se escaparon definitivamente hasta el 91-100 final, que correspondía a un 51-100 real.
Al día siguiente, el diario 'ABC' titulaba: "Los jugadores del Syracuse ofrecieron anoche la más perfecta exhibición de baloncesto que en Madrid se ha presenciado".
Aun quedaba un partido por disfrutar. De vuelta en Barcelona y de nuevo contra una selección catalana, pero esta vez con la nueva modificación de los 40 puntos de ventaja.
De nuevo esto hizo que los Nationals se empleasen a fondo para regocijo de la grada y, a los 3 minutos del segundo cuarto, ya habían neutralizado la ventaja inicial de 20-0. Cuando la pistola (sí, la pistola) señaló el descanso, el marcador ya era de 48-61.
En la reanudación se sumaron los 20 puntos a los locales, poniendo el 68-61, que sólo tardarían 6 minutos en neutralizar (74-75).
En su último partido en España los Nationals estaban forzando su juego más que nunca ante una grada que se debatía entre la fascinación y la incredulidad.
El encuentro se cerró con un 98-111 (que en realidad era un 58-111). Schayes acabó con 21 puntos y 14 rebotes como el jugador más destacado.
La actuación de los americanos fue inolvidable, dando una lección de cómo jugar al baloncesto. Al terminar el encuentro, el Palacio de los Deportes les dedicó una atronadora y prolongada ovación con la que quisieron demostrar a estos fenomenales jugadores la simpatía y admiración que con sus inolvidables exhibiciones se habían granjeado.
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