martes, 31 de enero de 2012

El día que USA se negó a recoger su medalla

 Los Juegos Olímpicos de Munich '72 nos dejaron grandes nombres para la historia como el de Mark Spitz, ganador de siete medallas de oro. Tambien momentos tristes, con un atentado a cargo de terroristas palestinos que acabó con once integrantes de la delegación de Israel, entre atletas, dirigentes y entrenadores, muertos.
  Pero sobretodo serán recordados como los Juegos Olímpicos que enfretaron a las dos grandes potencias mundiales, enzarzadas a su vez en la denominada 'Guerra Fría'. Estados Unidos y la URSS. Y un momento por encima de todos. El momento del enfrentamiento directo en la final de baloncesto.

 Desde que el baloncesto se convirtiera en deporte olímpico en 1936 en Berlín, la selección de Estados Unidos se había mantenido imbatida, logrando la victoria en los 63 partidos disputados hasta el momento. Y todo ello contando siempre con jugadores universitarios.

 Contaban con Henry Iba en el banquillo, un entrenador defensivo que ya había dirigido a la selección en las dos olimpiadas anteriores, logrando el oro en ambas. Tambien contaba con un gran equipo, a pesar de la renuncia del mejor jugador universitario del país, Bill Walton.

 Por su parte el equipo de la Unión Soviética dominaba claramente en Europa, pero tenía su asignatura pendiente en los Juegos Olímpicos, habiendo perdido ante su gran rival, los Estados Unidos, en cuatro ocasiones. Pero esta vez llegaban con un gran equipo, con Sergei Belov, conocido como el Jerry West soviético y primer jugador no estadounidense incluido en el 'Hall of Fame'. Además contaban con Alexandre Belov, Kovalenko y Edeshko, y entrenados por Vladimir Kondraskin.
 Era un equipo que había disputado más de 400 partidos juntos, por apenas 12, entre clasificación y exibición de los americanos.

 Ambos equipos, como se esperaba, llegaron a la final del torneo sin perder un solo partido. Incluso, en semifinales, vencieron con suficiencia a Italia por 87-61 los americanos y a Cuba por 25 puntos los soviéticos.

 Llegó el gran partido y el equipo de la URSS salió mucho más enchufado a la pista, con un parcial de 7-0 inicial, liderados por Sergei Belov, que acabó el partido con 20 puntos, y llegando a conseguir ventajas de hasta 10 puntos.

 Los americanos se contagiaron del ritmo lento de su rival, mejor de lo que ellos esperaban, y se olvidaron de correr.
 Todas las miradas se posaban en el entrenador americano, Iba, al que muchos ya veían como un entrenador anticuado.

 A pesar de todo, consiguieron irse al descanso perdiendo unicamente de 5 puntos (26-21).

 El segundo tiempo comenzó igualado y, a falta de 12 minutos para el final, el equipo soviético vecía por 4 puntos.
 Pero, en ese momento, las expulsiones del mejor jugador americano, Dwight  Jones, y el ruso Edeshko, tras una disputa en un balón suelto, y la retirada del también pivot, Jim Brewer, por un golpe con la cabeza contra el suelo, cambiaron el panorama del partido.
 A falta de 10 minutos, la ventaja volvía a los 10 puntos (38-28) y la situación empezaba a ser desesperada para los americanos.

 En ese momento, Henry Iba, a la desesperada, ordenó una defensa asfixiante en toda la cancha que, sorprendentemente, comenzó a dar resultados, con un parcial de 6-0 liderado por Collins y Joyce.
  Los americanos comenzaron a recortar distancias hasta que, entrado ya el último minuto, una canasta de Jim Forbes colocaba a su equipo a 1 punto (49-48).

 Los soviéticos decidieron alargar la posesión, hasta que, a falta de 10 segundos, Tom McMillen taponó un lanzamiento de Alexandre Belov y Doug Collins interceptó un pase posterior. Collins salió disparado hacia la canasta contraria y su intento de bandeja fue cortado duramente por dos defensores soviéticos que lo lanzaron contra el soporte del tablero. El arbitro señaló tiros libres a falta de 3 segundos. Posiblemente, los 3 segundos más polémicos de la historia del baloncesto.

 Collins, afectado aun por el golpe recibido parecía que no podría lanzar, pero, con toda la presión del mundo se dispuso a lanzar. Anotó el primer lanzamiento y, cuando iba a lanzar el segundo, sonó la bocina. El entrenador ruso había pedido tiempo muerto de forma ilegal sólo para desconcentrar a Collins. A pesar de esto, el americano no falló tampoco el segundo. Era la primera vez en todo el partido que EE.UU. se ponía por delante en el marcador (49-50).


 Con 3 segundos por jugarse, el equipo de la URSS sacó de fondo con el entrenador Kondraskin protestando exigiendo el tiempo muerto que había solicitado y, tras dos de los tres segundos transcurridos, el arbitro paró el partido para conceder el tiempo muerto.
 Hay que recordar, que según las reglas FIBA de la época, no se podía pedir tiempo muerto después del segundo tiro libre. Tenía que pedirse entre el primero y el segundo o sería ilegal.

 Tras el tiempo muerto, los soviéticos volvieron a sacar de fondo. Intentaron un pase que cruzaba todo el campo y fallaron. El partido se acabó y EE.UU se proclamaba una vez más campeón olímpico.

 Sin embargo, durante el tiempo muerto, la mesa no había devuelto el reloj a los tres segundos que realmente quedaban por jugarse, habiéndose jugado únicamente 1 segundo tras la reanudación.

 De este modo, entre los botes y las celebraciones de los americanos, William Jones, secretario general de la FIBA, bajó desde su palco a la cancha para indicar con los dedos que se repusieran los tres segundos que realmente quedaban por jugarse.
 Los americanos no daban crédito y alucinaban con la cantidad de oportunidades que, según ellos, les estaban dando a los soviéticos para ganar el partido.

 Y el partido se reanudó, por tercera vez en el mismo punto, esta vez con tres segundos en el marcador.
 Edeshko saco desde el fondo y mandó un balón larguísimo a Alexandre Belov, debajo del aro contrario. Belov, que había perdido el balón clave momentos antes, cogió el balón, se deshizo de dos defensores, y anotó una bandeja sobre la bocina, que daba el partido y el campeonato al equipo de la URSS.

 Pero la polémica no acabó aquí. Los americanos pusieron una reclamación formal y esa misma noche se reunió un comité formado por cinco representantes de la FIBA, para decidir la validez del resultado final.
Los representantes de Italia y Puerto Rico votaron a favor de EE.UU., pero los de Cuba, Polonia y Hungría votaban a favor de la URSS, por lo que el resultado quedaba como estaba y los soviéticos mantenían su medalla de oro.

 Los jugadores americanos decidieron no recoger su medalla de plata, como forma de mostrar su disconformidad con lo ocurrido.
 Aun hoy, cada año el COI les manda una carta pidiéndoles que rellenen su solicitud para recoger la medalla y aun hoy, todas las medallas continúan en Suiza.


sábado, 14 de enero de 2012

Miller vs. Knicks (y IV): Los demás enfrentamientos

 En las últimas entradas hemos estado repasando los enfrentamientos entre Reggie Miller y los New York Knicks, a raiz del reportaje 'Winning Time' emitido en España por Canal +. Pero hoy, para terminal con el serial, queremos recordar esos otros enfrentamientos, que el documental no recoge, pero que también plasman la gran rivalidad que existió.

 Tras los tres años seguidos de duelos, la liga nos dio un descanso durante dos años en los que, las eliminaciones ante Orlando y Chicago respectivamente, y la no clasificación de Indiana para Play-offs respectivamente, nos privaron del duelo.

 Pero en 1998 el duelo se retomó. Aunque esta vez, quizá, llegaba más desigual que nunca. Indiana llegaba a las eliminatorias desde la tercera posición y eliminando sin problemas a Cleveland en primera ronda.
 Los Knicks, sin embargo, apenas pudieron contar en toda la temporada con su estrella Pat Ewing lesionada. A duras penas consiguieron clasificarse para Play-off como septimos clasificados y sorprendieron a todo el mundo consiguiendo eliminar a Miami en primera ronda.
 Los grandes rivales volvían a encontrarse.
 Indiana se llevó los dos primeros partidos en su casa. En el tercero, los Knicks consiguieron vencer con una gran actuación de un Ewing que había reaparecido en el segundo partido de la serie.
 Y llegó el cuarto partido, donde ambos equipos se olvidaron del planteamiento defensivo de los tres primeros, y se lanzaron al ataque.

 Nueva York estaba a punto de llevarse el partido e igualar la serie, ganando 102-99 a falta de 5 segundos, pero entonces volvió a aparecer Reggie Miller, anotando un gran triple que mandaba el partido a la prórroga, donde Indiana venció claramente por un 107-118. Miller se fue hasta los 38 puntos.

 Los Pacers ganarían también el quinto partido con 24 puntos de Miller, clasificándose para las finales de conferencia, donde nos brindarían una serie inolvidable contra los Bulls de Michael Jordan.


 En 1999, la temporada del 'lockout' con 50 partidos en temporada regular, Ewing seguía con serios problemas de lesiones, por lo que los Knicks prefirieron rejuvenecer la plantilla, cambiando a Starks y Oakley por Sprewell y Camby. A pesar de esto, solo les dio para entrar como últimos clasificados del Este en los Play-offs.
 Una vez allí, la primera ronda les volvía a enfrentar con Miami, al igual que el año anterior, pero una gran canasta de Allan Houston en los últimos segundos del quinto partido les convertía en el segundo equipo de la historia en eliminar al primer clasificado desde la octava posición.
 En segunda ronda no tuvieron problemas para barrer a Atlanta por 4-0 y llegar a las finales de conferencia, donde se jugarían el pase a las grandes finales contra los grandes enemigos de la década, los Indiana Pacers.

 Los Pacers partían la temporada, para muchos, como los grandes favoritos del Este para llegar a la final de la NBA. Y cubrieron de sobra las expectativas alcanzando la segunda posición de la conferencia, empatados a victorias con los Miami Heat.
 En Play-off, no perdieron ni un solo partido antes de llegar a la eliminatoria ante los Knicks, eliminando a Milwaukee y Philadelphia.

 En el primer partido de la serie, Nueva York dio la sorpresa al imponerse a domicilio por 90-93.
 El segundo, no fue el día de Reggie Miller. Con una lamentable serie en el tiro, con un único tiro anotado en los tres últimos cuartos para un 3 de 11 final. Pero, aun así, cuando llegó la hora de la verdad, como siempre, no le tembló el pulso.

 A falta de 2'2 segundos para el final del partido, Reggie recibió una falta de Chris Childs, anotando los dos lanzamientos y dando la victoria a su equipo por 88-86. Miller acabó el partido con 16 puntos y 9 de 12 en tiros libres. Pat Ewing tendría un último lanzamiento para empatar que fallaría. Sería su último lanzamiento de la temporada, ya que una lesión en el tendón de Aquiles le dejaba fuera de lo que quedaba de Play-offs.

 El tercer partido será recordado por todos por una jugada final, con el marcador 3 arriba para Indiana en el Garden, y un increíble triple de Larry Johnson, recibiendo ademas una controvertida falta de Antonio Davis y anotando el tiro libre adicional, consiguiendo una jugada de 4 puntos que daba el partido a Nueva York.

 Los New York Knicks acabarían llevándose la serie por 4-2, con sexto partido en el que Reggie Miller haría un 3 de 18 y 1 de 8 en triples. Un de las peores actuaciones de la carrera de Miller en Play-offs.

 Los Knicks se convertían en el primer equipo de la historia (y único hasta el momento), en jugar las finales de la NBA partiendo desde la octava posición. Allí los Spurs de Duncan y Robinson les vencerían por un claro 4-1.


 La temporada 2000, la temporada siguió una pautas casi idénticas a la anterior.
 Los Indiana Pacers lograron hacerse al fin con la primera posición del Este, al lograr 56 victorias. En primera ronda de los Play-off, volvieron a enfrentarse a los Milwaukee Bucks de Ray Allen. Esta vez no encontraron las facilidades del año anterior, llegando al quinto y definitivo encuentro, donde Reggie Miller demostró que este año si que iba en serio a por el título, consiguiendo su record personal en Play-offs (41 puntos), para ganar la serie.
 En segunda ronda, también repitieron rival, los Philadelphia 76ers, venciendo por 4-2 en la serie y clasificándose una vez más para la final de conferencia, y una vez más contra sus grandes rivales, los New York Knicks.

 El equipo de la gran manzana, este año había conseguido este año acabar entre los primeros en la liga regular (terceros del Este) y evitar a los grandes equipos en primera ronda, tocándoles jugar contra unos Toronto Raptor que jugaban por primera vez postemporada.
 Tras barrer cómodamente al equipo de Toronto, el sorteo les depararía por tercer año consecutivo a los Miami Heat, y, por tercera vez, conseguirían eliminarlos en una disputada serie a 7 partidos.

 Y ahí estaban de nuevo. Una vez más, Indiana Pacers y New York Knicks, se disputarían el pase a la gran final de la NBA.

 Los Pacers, que por primera temporada jugaban en el Conseco Fieldhouse, harían valer el factor cancha venciendo en los 2 primeros choques de la serie. Pero lo Knicks harían lo propio, empatando la serie a 2 tras los partidos en el Garden.
 Los Pacers ganaron el quinto partido jugado en Indianapolis y la serie se trasladó a Nueva York. Pero Reggie Miller no estaba dispuesto a repetir los errores de años anteriores y se preparó para un gran partido de baloncesto.

 Tras haber promediado 19'4 puntos en los cinco primeros partidos, esa noche Reggie se fue hasta los 34 puntos, con 5 de 7 desde la línea de tres puntos, anotando 17 de los 34 puntos, y 3 de 3 en triples, en el último cuarto.
 Los Indiana Pacers ganaron aquel encuentro por 80-93, y, finalmente, se clasificaron por primera vez (y hasta la fecha, única), para las finales de la NBA.
 Aquella noche fue la última de las nueve ocasiones en las que Reggie Miller anotó 30 o más puntos ante los New York Knicks en Play-off.

 Los Pacers perderían aquellas finales por 4-2 ante los Lakers de Shaq y Kobe.

 No volveríamos a ver ningún enfrentamiento más de Miller contra los Knicks en Play-offs, pero, durante ocho años, esa rivalidad nos dejó unos maravillosos momentos, que ya han pasado a la historia.

 En el último partido de Miller en el Madison Square Garden, jugado unos años más tarde en temporada regular, Reggie se fundiría en un emotivo abrazo con Spike Lee, el genial seguidor de los Knicks.


martes, 10 de enero de 2012

Miller vs. Knicks (III): El día que Reggie metió 8 puntos en 10 segundos

 La temporada 94-95 de la NBA estuvo marcada por dos palabras: "he vuelto". Con ellas, Michael Jordan anunció su retorno a las canchas.
 También por la irrupción de un joven Grant Hill. Primer rookie de la historia del deporte profesional en América en liderar la votación de los aficionados para el All-Star game.

 Pero hubo dos ciudades en las que estos hechos fueron irrelevantes, ya que, desde el comienzo de la temporada, la fecha más importante ya estaba marcada en sus calendarios: el enfrentamiento en Play-offs entre los Knicks y los Pacers.

 El equipo de Nueva York venía de jugar las Finales y perderlas ante los Rockets. Mantenían el bloque y el nivel de juego del año anterior. Su estrella, Pat Ewing, se había colado entre los diez mejores de la liga regular en puntos, rebotes y tapones. John Starks promediaba más de 15 puntos, y Anthony Mason recibía el premio al mejor sexto hombre tras promediar más de 9 puntos y 8 rebotes.
 Y el equipo demostró continuar en buena forma acabando la temporada regular con 55 victorias, solo por detrás de las 57 de O'Neal y Hardaway.

 Los Pacers por su parte, estaban concienciados para dar el salto de calidad que les faltaba para poder superar a los New York Knicks en los Play-offs. Y vaya si lo hicieron.
 Reggie Miller continuó liderando al equipo con 19.6 puntos por encuentro y grandes porcentajes desde la linea de tres. Además, consiguió salir como titular en el All-Star game celebrado en Phoenix y fue incluido en el tercer mejor equipo de la liga. El holandes Rik Smits disfruto de su mejor temporada en la NBA, promediando 17.9 puntos y 7.7 rebotes. Y Derrick McKey mejoró hasta convertirse en uno de los mejores defensores de la liga.

 Pero la gran diferencia la marcó un recién llegado, Mark Jackson, y no por sus estadísticas.
 Jackson había logrado el premio al rookie del año jugando con los Knicks. Más tarde había salido hacia los Clippers y estaba resentido con el equipo de Nueva York. Era perfecto para los Pacers. Se encargó de motivar a Reggie y que estuviese a punto en los enfrentamientos claves contra los grandes rivales.

 Todo esto sirvió al equipo de Indianapolis para conseguir 52 victorias, primera vez que llegaban a las 50 desde su primer año en la NBA procedentes de la ABA. Acabaron líderes de su división, lo que les valió la segunda plaza en los Play-offs a pesar de haber cosechado 3 victorias menos que los Knicks.

 Y ésta llegó, pues ni Cleveland ni Atlanta supusieron grandes problemas para Knicks y Pacers respectivamente.
 Se repetía el enfrentamiento esperado por tercer año consecutivo, y, esta vez, más igualado que nunca.
 Y la serie iba a comenzar con un partido que pasaría a la historia.

 La tensión se palpaba en el ambiente y esto se traducía en un partido muy bronco. Varias tanganas daban como resultado las expulsiones de Antonio Davis y Derek Harper.
 Los Knicks aprovechaban para distanciarse en el marcador. Los Pacers no acababan de sentirse cómodos.

 La ventaja se mantuvo durante todo el partido y los Knicks lo tenían todo para comenzar la serie con una victoria y romper el factor cancha de los Pacers. A falta de 18'7 segundos, Nueva York dominaba el marcador con un claro 99-105. Pero aun quedaban muchas cosas por pasar.

 Todo el mundo daba el partido por acabado, tanto los jugadores de los Knicks como los de los Pacers. Incluso el entonces gerente y presidente de los Indiana Pacers, Donnie Walsh, abandonó el palco dando el partido por perdido. Pero aun quedaba alguien convencido de la remontada: Reggie Miller.

 Durante el tiempo muerto, mientras los jugadores de los Knicks celebraban el triunfo, Miller hablaba con Mark Jackson. Necesitaban un triple rápido. Y así lo hicieron. Jackson sacó de banda y, con john Starks encima, Reggie Miller anotaba un triple con solo 2 segundos gastados, que ponía a su equipo a 3.

 Los Knicks aun tenían todo a su favor con 16 segundos por jugarse, ganando de 3 y sacando de fondo. Sin embargo Harper, el encargado de sacar, estaba expulsado, y le tocaba al peor sacador del equipo, Anthony Mason.
 Greg Anthony estaba solo, pero Mason no se la pasó al momento. Todo el equipo de Indiana subió a presionar, y Mark Jackson llegó a presionar a Anthony, quien, ante la presión, tropieza y, ayudado por un pequeño empujón de Reggie Miller, cae al suelo... justo cuando Mason le pasa el balón.
 El balón llegó directamente a las manos de Miller, situado a 4 metros del aro. Cualquier jugador, viéndose solo, hubiese anotado una canasta facil y vuelto a presionar. Pero Reggie Miller no era cualquier jugador.


  Miller recibió el balón y tuvo el aplomo de no tirar de 2. En vez de eso, se dio la vuelta, dio dos pasos hasta salir a la zona de triple, se elevó y anotó la canasta.
 Reggie había empatado el encuentro en tan solo 5 segundos. Nadie podía creérselo.

 Al sacar nuevamente el balón, el jugador de Indiana, Sam Mitchell, cometió una innecesaria falta sobre John Starks a falta de 13 segundos. Pero los jugadores de los Knicks se habían quedado en shock tras lo sucedido.
 Starks se dirigió a la linea de tiros libres. En el pabellón se hizo un silencio sepulcral. Greg Anthony dijo tiempo después que habían estado entrenando en ese pabellón cuando solo estaban los conserjes, y no había tanto silencio como en aquel momento.
 Starks no estaba centrado. Aun estaba pensando en la increíble jugada de Miller. Tiro el primero, y lo falló. Tiró el segundo, y también lo falló. Patrick Ewing consiguió coger el rebote, pero su tiro tampoco entró. Y el rebote lo cogió Reggie Miller.

 Inexplicablemente, con 7'5 segundos para el final y el partido empatado, Mason comete una innecesaria falta para desesperación de Riley y de toda la afición neoyorkina.
 Rápidamente, Mark Jackson fue junto a Miller. "Eres el campeón Reggie. Demuestralo. Estas en el Garden".
 Y Reggie no falló. Anotó los dos tiros libres. En solo 10 segundos, había dado la vuelta a un partido perdido.

 Los jugadores visitantes aun no entendían lo que había pasado. En el último ataque, Anthony tropieza, cae y ni tan siquiera pueden lanzar un último tiro. Reggie Miller, con 31 puntos y un final increíble, había asaltado el Madison una vez más.


 La serie continuó. Y la tensión. Reggie llamaba a los Knicks 'perdedores con clase', y desde Nueva York recordaban a Miller sus lágrimas tras el séptimo partido del año anterior.
 En el segundo partido en el Garden, los Knicks vencieron cómodamente por 96-77.
 La serie se trasladó a Indiana y siguió muy empatada, con una victoria local en la prorroga por 97-95.
 Más cómodo lo tuvo en el cuarto, donde se llevaron la victoria por 98-84. La serie se ponía 3-1 y con todo a favor para los Pacers. Parecía que por fin iban a conseguir la tan ansiada eliminación de sus mayores rivales, los New York Knicks.

 Pero la serie volvía a Nueva York, y los Knicks no lo iban a poner tan fácil. En un partido muy empatado, lograrían vencer por un ajustado 96-95, con una gran canasta de Ewing con posibles pasos, a falta de 1'8 segundos, repitiendo de nuevo en Indianapolis por 82-92.

 Se llegaba de nuevo al séptimo partido. No se podía pedir más emoción.
 Ya en la cancha, las respectivas estrellas tomaron la responsabilidad. Miller y Ewing lideraron a sus respectivos equipos en un partido muy igualado.
 Tras un par de triples de Miller, los Pacers consiguieron tomar una considerable ventaja (59-74). Pero era un séptimo partido en el Garden. No podía ser tan facil.
 Los Knicks, de la mano de Starks y los triples de Harper, consiguieron anular la ventaja. Se entró en los últimos 3 minutos con los Pacers 5 arriba (89-94).

 Los jugadores y seguidores de Indiana comenzaban a ver fantasmas. Los recuerdos de la eliminatoria similar y la derrota del año anterior se venían a la mente.
 A falta de 32 segundos, John Starks anotaba un triple que ponía a su equipo a 2 puntos.
 Mark Jackson fallaba un tiro para Indiana y los Knicks pedían tiempo muerto a falta de 5'3 segundos.


 La eliminatoria estaba a punto de decidirse. Todos sabían que el balón iría a Ewing. Y así fue.
 Ewing recibió en la bombilla, se revolvió y penetró a canasta. La defensa se abrió. La acción era más fácil de lo esperado para el pivot. Solo tenía que estirar el brazo y depositarla suavemente a escasos centímetros.
 Pero el balón botó en el aro... y se salió.

 Indiana Pacers lo había conseguido. Reggie Miller lo había conseguido. Al fin, en una de las eliminatorias más espectaculares e igualadas que se recuerdan, habían conseguido eliminar a los New York Knicks.

 Desgraciadamente, en las finales de conferencia, cayeron ante los Orlando Magic en el séptimo partido.



martes, 27 de diciembre de 2011

Miller vs. Knicks (II): El día que Reggie se picó con Spike Lee

 En el verano de 1993, se dio uno de los momentos claves en la historia del baloncesto en los Estados Unidos. El mejor, el más grande de todos los tiempos, Michael Jordan, anunciaba su retirada del baloncesto. Ya nada volvería a ser lo mismo.
 En ese momento, la luz se apagó para mucha gente. Sin embargo, también comenzó a brillar con más fuerza que nunca para otros. Así, equipos que veían, ante la gran superioridad de los de Chicago, casi imposible acercarse al anillo, tenían, de repente, una gran oportunidad de alcanzar la gloria. Equipos como Seattle Supersonics, Houston Rockets o New York Knikcs.

 Y estos equipos no perdieron su oportunidad.
 En el Oeste Seattle y Houston lideraron claramente sus respectivas divisiones, mientras que en el Este, Atlanta lograba el mejor record con 57 victorias. Los Knicks, con el mismo numero de victorias que los Hawks, tuvieron que conformarse con la segunda plaza de la conferencia.
 El equipo de Nueva York había conseguido a Derek Harper de Dallas para sustituir a Rivers, lesionado de la rodilla desde Diciembre y mantenían el bloque del año anterior.

 En Play-offs no tuvieron problemas para deshacerse de los Nets por 3-1 en primera ronda. Otra historia fue el duelo en segunda ronda contra Chicago Bulls, que, aun sin Michael Jordan, consiguieron forzar el septimo partido. Pero los de Riley consiguieron plantarse en las finales de conferencia, donde les esperaban los Pacers.

 Los de Indiana habían cambiado a Schrempf por McKey y habían conseguido al rookie Antonio Davis y al veterano Byron Scott. Pero su principal fichaje estaba en el banquillo. Larry Brown había aterrizado en Indianapolis y había dotado al equipo de una gran competitividad e, incluso, dureza en su juego.
 47 victorias en temporada regular les llevaron al quinto puesto de su conferencia, y, las victorias en los ocho últimos partidos de ésta, les hacían llegar a los play-offs en un gran momento.
 Esto no tardó en quedar de manifiesto, barriendo a Orlando en primera ronda por 3-0 y endosando un 4-2 al equipo con mejor balance de la conferencia, Atlanta.


 Knicks y Pacers volvían a enfrentarse, y en el mejor posible de los escenarios: la final de conferencia. Quien lograse la victoria accedería a la final de la NBA.
 Nueva York partía como favorito, pero Reggie Miller no iba a consentirlo.

 Eran equipos muy parecidos. Un gran pivot, dos aleros muy fuertes y un escolta explosivo, además de muy duros en la zona.
 Esto se dejó ver en los primeros partidos, en los que cada equipo se llevó la victoria en los dos partidos jugados en su casa.

Y llegó el quinto partido. Uno de los más recordados de la historia de los Play-offs, y no del todo por su parte deportiva.

 El partido comenzó cuesta abajo para los Pacers. Reggie no estaba acertado y los Knicks dominaban con comodidad. Y poco a poco comenzó a cobrar protagonismo una figura... la del cineasta Spike Lee.
 El director de cine es un reconocido seguidor de los Knicks y habitual de la primera fila del Madison Square Garden. Vive los partidos como nadie y, aquella noche, la pasión pudo con él.

 Era habitual que Lee la tomase con el mejor jugador del equipo contrario y, en el segundo partido de la serie, ya había comenzado a tomarla con Miller. Pero esa noche, los repetidos fallos del jugador de Indiana, llenaron de confianza al director.
 La mofa era constante desde la banda. No dejaba de picarle y meterse con él. De ridiculizarle y compararle con su hermana, Cheryl Miller, ex-jugadora de la WNBA. Tras cada tiro, Miller se quedaba mirando a Spike y este buscaba un nuevo vacile. La gente comenzó a estar más pendiente del pique entre los dos que del propio partido.










 Pero el partido continuaba y los Knicks dominaban.
 Al comenzar el último cuarto, Nueva York ganaba por 12 (70-58). Era el peor escenario posible para Miller. Ya llevaba 19 puntos, pero su equipo perdía claramente y todo el estadio, y un espectador concreto más que nadie, gritaba contra él. Pero Reggie decidió que eso se acabó.

 La única motivación de Miller en aquel momento era callar la boca a Spike Lee. Y Miller comenzó a anotar. Ataque tras ataque, Reggie Miller se quedaba mirando al director, y anotaba un nuevo triple. Estaba motivadísimo.

 Spike ya no hablaba ni se levantaba de su butaca. En cambio, a medida que el partido se intensificaba, también lo hacían los comentarios de Miller hacia el director. A mediado del cuarto, el jugador se quedó mirando fijamente a Lee, llevándose las manos al cuello y luego a la entrepierna. Ahora si que el estadio rugía en su contra... y él estaba más cómodo que nunca.

 A todo esto, el partido continuaba, pero con un guión muy distinto.
 Los Pacers habían conseguido un parcial de 14-0 con Reggie anotando 10 de esos puntos. Finalmente, Indiana se llevaría el partido por 86 a 93.
 Reggie Miller había conseguido cinco triples en el último cuarto (record en aquel momento, luego superado por Antoine Walker), y 25 de sus 39 puntos. Había callado la boca a Spike Lee y a la ciudad de Nueva York.
 Los Pacers habían llegado a Nueva York con 11 derrotas seguidas en el Garden, pero se llevaron la victoria más importante, la que ponía la serie 3-2 y les encarrilaba hacia la final de la NBA.

 Al día siguiente, la prensa de Nueva York estaba indignada con Reggie Miller, pero, sobretodo, con Spike Lee. Era portada de todos los periódicos. Le hacían responsable de haber motivado a Miller hasta tal punto. El 'Daily News' abría con un irónico "Muchas gracias Spike".

 La serie, ahora en una nueva perspectiva, se trasladó de vuelta a Indiana. Y Spike Lee no dudó en viajar con el equipo.
 El pabellón era una olla a presión como pocas se recuerdan. Incluso un comercial de coches fue despedido por venderle las entradas en reventa al director.
 Pero Nueva York consiguió la victoria por 91-98. Aun hoy, Spike Lee da gracias a Starks por aquel gran final de partido o nunca hubiese podido volver a Nueva York.

 En el septimo y último partido en el Garden, Reggie Miller tendría un triple en los últimos momentos para haberse llevado la serie, pero no consiguió anotarlo. Indiana finalmente quedaba eliminada, y Miller, entre lágrimas, se prometía: "nunca más".

 Los Knicks perderían la final de la NBA ante Houston Rockets en siete partidos, quedándose a un partido del máximo posible que se pueden jugar en un play-off.