jueves, 11 de abril de 2013

El día que el Maccabi venció a cuatro equipos NBA

 El 'NBA Europe Live Tour' es un evento que, desde 2006, nos acerca todos los veranos a Europa a equipos de la máxima competición norteamericana, para jugar partidos entre ellos o contra equipos europeos, principalmente de la Euroliga, aunque siempre bajo normas NBA.

 Si bien los equipos 'yankis', como es de esperar, siguen ganando la mayoría de estos partidos, no es menos cierto que las diferencias entre los equipos de ambos lados del charco se han estrechado significativamente.
 Desde que en su primera edición, el FC Barcelona venciese a los Philadelphia 76ers de Iverson y Webber, todos los años los equipos europeos nos proporcionan alguna que otra 'sorpresa'.
 Las victorias de CSKA a los Clippers ese mismo año, el Unicaja y el Real Madrid a Grizzlies y Raptors al año siguiente o del Barça ante los Dallas Mavericks este último verano son sólo algunas muestras de esto.

 Sin embargo, como bien sabemos, esto no siempre fue así. Durante casi 20 años de enfrentamientos NBA-FIBA, desde la creación del 'Open McDonald's' en 1987, a lo más que pudimos aspirar los europeos fue a poner a los americanos en apuros en unos pocos encuentros (quien no se acuerda del partido de la Jugoplastika contra los Nuggets, la prorroga de la Scavolini ante los Knicks o del arbitraje del final del partido entre el Juventut y los Lakers).

 Para los analistas estadounidenses, la historia de los enfrentamientos USA-Europa, y como único antecedente al desaparecido 'Open McDonald's', comienza en 1979, con un viaje que los Washington Bullets realizaron a China para jugar dos encuentros ante la selección nacional y un equipo de la liga local. De este modo, estos analistas procuran obviar cuidadosamente los hechos ocurridos anteriormente a aquella fecha.



 En realidad, el primer enfrentamiento entre equipos NBA y FIBA tuvo lugar el 8 de Septiembre de 1978 en el pabellón Yad Eliyahu (La mano de Elías) entre el Maccabi de Tel Aviv y, precisamente, los Washington Bullets, vigentes ganadores del anillo, que llegaban con sólo nueve jugadores pero con sus estrellas Wes Unseld, Elvin Hayes y Bob Dandridge.

 El Maccabi, que se había quedado ese año fuera de la final de la Copa de Europa, contaba con jugadores como Aulcie Perry, Jim Boatright o Motti Aroesti. Pero la gran estrella era el llamado 'rey de Israel', Miki Berkowitz.

 El pabellón registraba un lleno total para ver por primera vez a las estrellas americanas en el continente. 
 Los Bullets abrieron el partido con un parcial de 2-8 y dominaron el encuentro hasta mediada la primera mitad, cuando el equipo local reaccionó apoyado por un público volcado y consiguió ponerse por delante 24-22. Gracias al acierto de Berkowitz y Perry, los locales continuaron aumentando su ventaja hasta llegar al descanso con 9 puntos de ventaja (54-45).

 Tras el descanso, el juego al contragolpe del Maccabi siguió aumentando la ventaja y en el minuto 29 el marcador señalaba un 74-61. Pero los americanos, heridos en su orgullo, gracias a los puntos de Grevey, que acabó con 35, y los rebotes de Hayes, fueron recortando la diferencia hasta conseguir ponerse de nuevo por delante a falta de 5 minutos (84-85).

 En ese complicado momento para los locales, surgió la figura de su gran estrella Berkowitz para echarse el equipo a la espalda y poner a su equipo cinco puntos arriba (96-91) a falta de menos de un minuto.
 Los Bullets consiguieron maquillar el marcador hasta el 98-97 final, pero no pudieron evitar la primera derrota de un equipo NBA ante uno FIBA.

 El entrenador visitante, el legendario Dick Motta dijo tras el partido: "el Maccabi mereció ganar porque jugaron mejor que nosotros. No jugamos contra amateurs, sino contra profesionales como nosotros".

 Dos años más tarde, en Septiembre de 1980, la NBA decidió volver a enviar un equipo a Europa, esta vez una selección con algunos de los mejores jugadores de la liga, entre los que destacaban Julius 'Dr. J' Erving, Moses Malone, MVP de la liga ese año o Michael Ray Richardson. Y de nuevo eligieron la ciudad de Tel Aviv como destino.

 Pero esta vez el panorama pintaba peor para los macabeos, puesto que no contaban ni con Perry ni con Earl Williams, y Berkowitz estaba tocado físicamente y no podía jugar todo el partido. Ante estas condiciones y previendo la masacre, se decidió que en la primera parte, el Dr. J jugase con la camiseta del Maccabi en la primera mitad para igualar fuerzas y volviese al combinado NBA en la segunda.

 El partido fue un espectáculo y, gracias a la ayuda de Erving, quien anotó 20 puntos en la primera mitad para el Maccabi, y de su pivot Lassof, los israelitas llegaron a tener hasta 8 puntos de ventaja.
 En la segunda parte Erving volvió al combinado NBA, pero Berkowitz ya podía jugar para su equipo.

 El partido estuvo sumamente igualado en esa segunda mitad con continuos empates (60-60, 86-86, 104-104), hasta que la estrella israelí encadenó seis puntos seguidos para poner el 112-106 y aguantar el partido hasta el 114-112 final. El Maccabi liderado por Zimmerman con 26 puntos y, sobretodo, por Berkowitz con 20, jugando únicamente medio partido, habían vuelto a vencer a un equipo NBA.


 En Agosto de 1984, se planteó de nuevo un desafío, y de nuevo con la ciudad de Tel Aviv como sede, pero esta vez la NBA, herida en su orgullo, iba a preparar las cosas para que eso no volviese a pasar. Esta vez, en lugar de jugarse un solo partido, se preparó un torneo cuadrangular, con dos equipos de la ciudad local, el Maccabi y el Hapoel, los New Jersey Nets, que esa temporada habían dado la sorpresa en los playoffs al eliminar a los vigentes campeones, los 76ers, y finalmente los Phoenix Suns, que habían jugado las finales de conferencia ante Los Angeles Lakers.
 Así la competición americana se cubría las espaldas. Si un equipo tenía un mal día, el otro se encargaría de arreglarlo.

 El primer partido del torneo siguió el guión correcto y los Phoenix Suns se deshicieron sin problemas del Hapoel por 111-91, con siete jugadores de los Suns en dobles figuras.

 El segundo encuentro de la noche era el plato fuerte, el Maccabi se enfrentaba a los Nets en un ambiente ensordecedor. Y el encuentro comenzó bien para los israelitas, donde el pivot Kevin Magee, ante la ausencia de Dawkins y Buck Williams y, por supuesto, Berkowitz, conseguían poner 11 puntos arriba a su equipo (37-26). Pero la tercera falta de Magee cambió las cosas y los Nets remontaron hasta ponerse 4 arriba al descanso (51-55).

 Tras el descanso, Lee Johnson, americano del Maccabi, que en la primera parte no había estado acertado, lideró a su equipo en la segunda con 23 puntos en el segundo tiempo y 37 en total. En el minuto 30, el Maccabi se ponía por delante  77-75 y ya no cedería la ventaja hasta el final.



 Tras un descafeinado partido por el tercer puesto en el que los Nets se impusieron al Hapoel por 101-82 se disputaría la final entre el Maccabi de Tel Aviv y los Phoenix Suns de Larry Nance.

 Comenzó el partido y, tras una ventaja inicial de 13-19 para los Suns, los locales se hicieron totalmente con el control del partido. Un parcial de 11-0 ponía a los locales por delante. Y aunque los Suns consiguieron volver a ponerse por delante 38-39, el contraataque del Maccabi fue demasiado para los americanos y la ventaja de los locales se fue disparando hasta un 101-75 a seis minutos para el final.

 Los de Phoenix en ningun momento pudieron parar a Magee que terminó con 36 puntos, Johnson con 28 y Berkowitz con 20.

 El Maccabi de Tel Aviv vencía por cuarta vez a un equipo NBA en lo que ya no podía considerarse como una sorpresa.

 La fiesta incluyó un concurso de mates que ganó Larry Nance, vigente campeón de la NBA.

 Tras estos acontecimientos, la NBA decidió continuar estos enfrentamientos intercontinentales, pero si bien hasta ese momento se había jugado siempre con normas y arbitraje FIBA, a partir de entonces los enfrentamientos han tenido siempre normas y arbitraje NBA (con un árbitro europeo en el caso del NBA Europe Live Tour) tanto si se juega en Norteamérica como en Europa.

 Desde aquella fecha los equipos NBA tan solo sufrieron una derrota más (de la URSS a los Hawks) en los siguientes 21 años, cuando, precisamente el Maccabi de Tel Aviv se convirtió en el primer equipo europeo en ganar en suelo americano frente a los Raptors en Octubre de 2005.

 Berkowitz llegó a ser el segundo máximo anotador de la historia de la liga israelí con 8.465 puntos por detras de Dorom Jamchy, ademas de tener la mayor anotación en un partido de la liga con 42 puntos y la mayor anotación en un partido de su selección con 44.

martes, 18 de diciembre de 2012

Los días de los duelos de Iverson en el playoff 2001 (I)

 Si te preguntamos cual es el mejor equipo que han tenido los Philadelphia 76ers en su historia, muy probablemente te vendrá a la cabeza el de principios de los 80, con el Dr. J y el gran Moses Malone, o incluso te remontarás más aun, hasta los tiempos de Wilt Chamberlain.

 Sin embargo, no muchos pondrían en los primeros lugares al equipo que, posiblemente, realizó la mejor temporada de la historia de la franquicia que no acabase con el anillo de campeón. La de 2001.

 La aplastante superioridad de los Lakers de Phil Jackson y Saquille O'neal en los playoff de aquel año, perdiendo tan solo un partido (precisamente ante los Sixers) en toda la post-temporada, ha eclipsado cualquier hecho relevante sucedido aquel año, entre ellos la espectacular temporada de los de Philadelphia.

 Aquel equipo terminó la temporada regular con el mejor record de la Conferencia Este por primera vez desde 1984 con 56 victorias, superados únicamente por los San Antonio Spurs de Duncan con 58.
 Acaparó además la practica totalidad de las distinciones individuales, con Larry Brown ganando el premio al entrenador del año, Aaron McKie el de mejor sexto hombre, Theo Ratliff liderando la liga en tapones por partido y Dikembe Mutombo en rebotes, además de ser incluido en el segundo mejor quinteto de la temporada y el mejor quinteto defensivo y ganar el premio al jugador defensivo del año. Y la gran estrella, Allen Iverson, liderando la liga en anotación con más de 31 puntos por noche, y en robos, siendo incluido en el mejor quinteto, ganando el MVP del All Star Game de Washington y, como colofón final, el MVP de la temporada regular.

 La temporada de Iverson fue sencillamente espectacular. Superó los 40 puntos en 17 partidos, llegando a los 54 contra los Cavaliers. En 65 de los 77 partidos que jugó fue el máximo anotador de su equipo y fue el primer jugador en promediar más de 30 puntos por partidos desde que lo hiciera Michael Jordan en 1996.

 Pero llegaban los playoffs y había que confirmar la gran temporada regular. Y no podían tener peor rival para empezar. El equipo que les había mandado para casa las dos últimas temporadas. Los Indiana Pacers de Reggie Miller.

 Y el comienzo del equipo en los playoffs no hizo sino confirmar el gran momento. Al descanso del primer partido contra los Pacers, ganaban 52-36, con unos porcentajes por parte de los Pacers inferiores al 30% (15 de 51). Al comenzar el tercer cuarto, los Sixers conseguían su máxima ventaja (+18), a pesar de tener a Iverson jugando con cuatro faltas.
 Sin embargo, una gran defensa de los Pacers, dejaba a los Sixers en 13 puntos en el tercer cuarto y continuaba en el último cuarto hasta que una canasta de Best a falta de 5:25 ponía a los visitantes por delante por primera vez en el partido (72-73).

 Una bandeja de Eric Snow a falta de 1:30 ponía el 78-76 en el marcador. Nadie conseguiría volver a anotar (con Indiana fallando hasta cuatro tiros en un solo ataque), hasta que, a falta de 3 segundos, Reggie Miller nos brindaba uno de esos momentos clásicos a los que nos tenía acostumbrados, anotando un gran triple que daba la victoria a su equipo y le ponía 0-1 en la eliminatoria.

 Allen Iverson terminaba el partido con un visible enfado tras no poder siquiera tirar en los pocos segundos que quedaban tras una buena defensa del propio Miller.

 A partir de aquí, la serie entró en un espectacular duelo anotador entre las estrellas de los dos equipos.

En el segundo partido, Reggie Miller salió en plan arrollador a la pista, anotando 16 puntos en el primer cuarto y 33 al descanso. Sin embargo, el partido era favorable para los Sixers, que ganaban 61-59 en este punto. En el tercer cuarto Miller tan solo consiguió anotar dos tiros libres, mientras que Iverson anotaba 14 de los últimos 17 puntos de su equipo con la grada cantando "MVP,MVP".
 Philadelphia acababa ganando facil por 116-98. Miller acabó con 41 puntos y Iverson con 45 y 9 asistencias.

 El tercer partido, ya en Indiana, fue empatado hasta mediado el tercer cuarto (49-49) cuando los Sixers endosaron un parcial de 17-4, llegándose a poner con una diferencia máxima en el 70-55. Los Pacers conseguían reducir la diferencia hasta llegar a empatar 82-82 con un triple de Miller a falta de menos de tres minutos, pero la seguridad desde la linea de tiros libres (anotaban sus 10 últimos puntos desde la linea) daba la victoria a Philadelphia 87-92.
 Iverson terminaba con 32 puntos, 7 rebotes y 6 asistencias, mientras que Miller se iba a los 35 puntos, pero con 5 de 14 en triples.

 Los Sixers acabarían ganando tambien el último partido de la serie, en un final apretado en el que un tapón y un gancho de Mutombo y dos tiros libres de McKie tras un triple fallado por Miller, les daba la definitiva ventaja de 85-88. La buena defensa sobre Miller en los segundos finales hizo que fuese Jalen Rose quien se jugase y fallase el triple de la victoria.
 Allen Iverson acababa con 33 puntos y Reggie Miller con 32.

 Los Philadelphia vencían 3-1 y se clasificaban para semifinales de conferencia en una serie en la que Iverson había promediado 31'5 puntos y 6'5 asistencias, por 31'2 puntos y 5 rebotes de Miller. Un increíble duelo anotador.

 Sin embargo, en la siguiente ronda les esperaban los Toronto Raptors, clasificados para semifinales de conferencia por primera vez en su historia tras deshacerse de los Knicks, con su estrella Vince Carter, con quien Allen Iverson iba a vivir el que posiblemente sea el mayor duelo anotador en una serie de playoff de los últimos 15 años.


 Y buena prueba de ello iba a ser el primer partido de la serie, en el que Iverson comenzaba anotando los ocho primeros puntos de su equipo, pero fallando 11 de sus siguientes 13 tiros. Con esto, Toronto conseguía una ventaja en torno a los 15 puntos que duraría los tres primeros cuartos.
 En el cuarto cuarto, muy poco a poco, Philadelphia iba disminuyendo la diferencia hasta que un gran triple del propio Iverson a falta de 5 segundos ponía a su equipo a un solo punto por primera vez desde el primer cuarto. Pero dos tiros libres de Carter y un fallo final de McKie ponían el 93-96 final y daban el primer punto de la eliminatoria y el factor cancha a los Raptors.

 Iverson acababa con 36 puntos, 8 rebotes y 7 robos. Carter con 35 puntos, 7 asistencias y un palmeo y dos tiros libres claves en los últimos segundos.

 Pero Iverson iba a recuperar el factor cancha en una autentica exhibición. Anotando 20 de los 28 puntos de su equipo en el segundo cuarto para recuperar una diferencia de 14 puntos abajo.
 En el tercer cuarto anotaba únicamente uno de sus ocho primeros tiros, pero anotaba 19 de los últimos 20 puntos de los 76ers en el partido, incluido un 2+1 a falta de poco más de un minuto que sentenciaba el partido.
 Philadelphia ganaba 97-92 y empataba la eliminatoria. Iverson se iba hasta unos increíbles 54 puntos, record de la franquicia en playoff, superando los 50 de Billy Cunningham en 1970. Vince Carter se quedaba en 'solo' 28 puntos y 7 rebotes.

 Ya ante su publico, Carter le devolvió la jugada a Iverson en el tercer partido, con otra actuación de leyenda que además incluyó su nombre varias veces en el libro de los records de la NBA.
 El jugador de los Raptors terminaba con 50 puntos, 34 de ellos al descanso. Además, los nueve triples que anotó empataban el record de Rex Chapman de 1997, y los ocho que llevaba al descanso (todos ellos sin fallo) rompía el record que tenían varios jugadores.

 El partido por supuesto no tuvo color y, a falta de tres minutos para el final, Carter anotaba un mate para meter su punto número 50 y poner 22 puntos de diferencia en el marcador. 'Vinsanity' se iba al banquillo y recibía una estruendosa ovación. Los Raptors ganaron 102-78 con 23 puntos y 8 asistencias de Iverson.

 Philadelphia ganaba el cuarto partido 79-84, y en el quinto, la imagen de David Stern entregando el trofeo de MVP de la temporada regular a Allen Iverson parece que dio alas al equipo, que empezaba el partido con un 11-0 y acababa el primer cuarto 33-12.
 Toronto nunca estuvo por debajo de los 17 puntos de diferencia en los tres últimos cuartos, perdiendo finalmente 121-88, con una nueva noche de leyenda de Iverson, que terminaba con 52 puntos, 29 de ellos al descanso, con ocho triples y 7 asistencias.

 39 puntos de Carter en el sexto partido dieron una cómoda victoria a los Raptors por 101-89, empatando la serie y llevándola al séptimo y definitivo encuentro en Philadelphia.

 Sin embargo, el hecho más recordado de esta serie sucedió fuera de las canchas, cuando Vince Carter, el mismo día que se jugaba el definitivo séptimo partido, decidió viajar por la mañana a Carolina del Norte para su graduación ante la sorpresa de todos, teniendo que volver a volar hasta Philadelphia por la tarde, poco antes del comienzo del partido.

 Todo el mundo era consciente de la importancia del partido (a excepción de Carter, por lo visto esa misma mañana), lo quedó reflejado en el partido más empatado de la serie y en el juego de un Allen Iverson que por una vez se olvidó de su duelo anotador y decidió hacer jugar a su equipo, terminando con 21 puntos por 22 de McKie y con 16 asistencias, record personal en playoff. De hecho, 'the answer' no anotó en los últimos seis minutos de partido, pero dio las asistencias de las tres últimas canastas de su equipo.
 Carter por su parte, anotó 20 puntos, pero tan solo cuatro en el último cuarto.

 Y se llegó a los últimos segundos del último partido, y Philadelphia gana por un solo punto, 88-87. Toronto tiene la posesión y Carter la responsabilidad. Vince recibió el balón, hizo volar a su defensor, lanzó, y el balón golpeó en el aro al tiempo que sonaba la bocina final.

 Philadelphia conseguía imponerse en una de las mejores eliminatorias de los últimos años, con un Allen Iverson promediando 33'7 puntos, 6'8 asistencias y 3'1 robos y con un Vince Carter en 30'4 puntos, 6 rebotes y 5'5 asistencias.

 Como escribían entonces en NBA.com, "'The Answer' pasó su gran test. El graduado falló el tiro final y tuvo que conformarse con un diploma".


martes, 30 de octubre de 2012

El día que Gallis quiso destronar a Meneghin

 Hablar de baloncesto en Europa en la década de los 70 era hacerlo de una ciudad de 96.000 habitantes llamada Varese. Durante esos años, su equipo, el Pallacanestro llegó a disputar diez finales consecutivas de la Copa de Europa ganando cinco de ellas.

 El equipo italiano contaba con hombres como Edoardo Rusconi, Bob Morse, Marino Zanatta o Aldo Ossola, pero por encima de todos ellos, contaba con el gran pivot del momento, Dino Meneghin, quien había sido el primer jugador de una liga europea en ser elegido en un Draft de la NBA (1970, Atlanta Hawks).

 En 1980, Meneghin contaba con 30 años. Había perdido las tres últimas finales de Copa de Europa disputadas (77, 78 y 79) y el último año ni tan siquiera se habían clasificado para disputarla.
 Ese verano, tras formar parte del combinado italiano que ganaba la plata en Seúl, decidía cambiar de aires fichando por el Olimpia de Milán, equipo donde jugaba hacía tres temporadas Mike D'antoni, llegado directamente de la NBA, pero que sin embargo no había logrado ningún título en ese periodo.

 En 1986, el Olimpia había ganado tres ligas y había llegado a una final de la Copa de Europa que había perdido ante el Pallacanestro Cantú (no confundir con el Pallacanestro Varese), ademas de una Copa Korac desde la llegada de Meneghin.

 El pivot contaba ya con 36 años y D'antoni con 35. A pesar de la todavía innegable calidad de los dos jugadores, todo hacía indicar que sus carreras tocaban a su fin y que la temporada, al menos en Europa, del Olimpia iba a ser dura.

 Para intentar evitar esto, la directiva contrató a uno de los grandes nombres de la NBA, Bob McAdoo, gran anotador en los 70 y una de las piezas del 'showtime' de los Lakers en los 80. Pero McAdoo llegaba con 35 años, lo que no hacía si no generar más dudas.

 El Olimpia de Milán había conseguido juntar un 'big three' genial, pero que entre los tres sumaban más de 100 años. Además, otros jugadores del equipo como Premier, Bargna o Gallinari eran fijos en la selección italiana.

 Dio comienzo la máxima competición europea y los primeros pasos del Olimpia solo incrementaron las dudas sobre el equipo ya que el primer partido disputado ante el débil Murray BC en Edimburgo, el equipo italiano no pudo pasar del empate a 83. En el partido de vuelta en Italia los de Milán vencieron cómodamente por 101-83 y pasaban a la segunda ronda.

 La segunda ronda era también a ida y vuelta y los seis equipos ganadores jugarían una liguilla de la que los dos primeros clasificados jugarían directamente la final.

 El rival en esta segunda fase iba a ser el Aris de Salónica. Un equipo en claro ascenso que había ganado la liga griega los dos últimos años pero que en Europa no acababa de despegar, sobretodo fuera de casa, donde bajaba mucho su nivel. Su mayor logro hasta ahora en Europa era llegar a semifinales de la Copa Korac en 1985.

 Sin embargo contaban con un muy buen equipo, que sería la base de la Grecia campeona de Europa el siguiente verano, con dos grandes estrellas como Panagiotis Giannakis y, sobretodo, Nikos Gallis, máximo anotador del mundial de España disputado ese verano con más de 33 puntos por partido.

 Por plantilla, historia y presupuesto, el gran favorito era el Olimpia de Milán, pero la inercia de ambos equipos parecía indicar lo contrario.

 El partido de ida había de disputarse en Grecia, en una de las pistas más difíciles de Europa debido a su ambiente infernal.

 El comienzo del partido fue una clara muestra de como iba a ser el resto del encuentro. Una falta en ataque de McAdoo era contestada con dos triples de Giannakis y Gallis.
 En un momento, el Aris se ponía con un 19-9 en el marcador, con 13 de los 19 puntos anotados por su pareja ganadora. Un triple y dos de las habituales penetraciones apoyándose en tablero de Gallis aumentaban la ventaja hasta 28-11.

 El Olimpia se veía desbordado mientras Gallis se hacía dueño y señor del partido. Con tres asistencias de la estrella griega al contraataque se llegaba al descanso con un rotundo 60-34 en el marcador. Gallis ya llevaba 22 puntos.

 La segunda parte no comenzó mejor para los italianos. Una asistencia y una canasta de Gallis ponían el 64-34 para empezar el periodo, y la diferencia siguió subiendo hasta llegar a una renta máxima de 36 puntos (81-45) tras un 2+1 sacado por Gallis a McAdoo y otros dos tiros libres posteriores .

 A partir de aquí, el equipo griego, contento con la diferencia, durmió el partido dejando pasar el tiempo con pases entre sus jugadores exteriores (Gallis-Doxakis primero y Gallis-Giannakis despues) sin apenas intención de lanzar hasta los últimos segundos de cada posesión. Esto unido a un McAdoo que asumió el ataque de su equipo en los últimos minutos, hizo que la diferencia se rebajase ligeramente hasta los 31 puntos finales (98-67).

  Nikos Gallis terminaba con 44 puntos y un partido casi perfecto tanto en ataque como en la dirección de su equipo.

 Las reacciones al partido no se hicieron esperar y todo el mundo empezaba a vislumbrar un claro cambio de ciclo en Europa. El ocaso de Meneghin, la decadencia de McAdoo y D'antoni o la ascensión de Gallis eran comentarios habituales. Parecía que era el momento claro para que el antiguo rey Meneghin dejase paso al nuevo, Gallis.

 Con este ambiente y tan solo una semana después, la serie viajaba a Milán. Dan Peterson, entrenador del Olimpia, habló con sus jugadores antes de comenzar el partido y les dijo: "Me gustaría ganar este partido aunque sea solo por un punto, y quiero simplemente salir y jugar 40 minutos, sin pensar en la diferencia de puntos". Y luego añadió: "Pero si vosotros vais a tratar de recuperar los 31 puntos, no tengáis prisa. Tened calma. Sólo tratad de recuperar un punto por minuto, así que no tratéis de hacerlo todo de una vez".

 Peterson sabía que tenía que parar a la pareja exterior del Aris, así que puso a Premier y D'antoni a defender a Gallis y Giannakis. Y dió resultado. El Olimpia, sin jugar un gran partido en ataque pero defendiendo bien, llegaba al descanso 14 arriba (44-30) y dejando a la estrella griega en malos porcentajes de tiro, acabando con un poco habitual 0 de 4 en triples.

 Se había recuperado mucha ventaja, pero aun se estaba lejos del milagro.
 En el segundo tiempo, con una defensa 1-3-1 asfixiante, rayando lo ilegal (el conocido karate-press italiano), el ataque griego se vio ahogado y la diferencia comenzó a hacerse cada vez mayor.

 A falta de cinco minutos, una canasta de Meneghin obraba el milagro y ponía al equipo de Milán con una ventaja de 32 puntos, o lo que es lo mismo, por delante en la eliminatoria.

 Empezaba un nuevo partido de cinco minutos donde se decidiría toda la eliminatoria. Un triple de Premier era contestado por otro de Giannakis y, a partir de aquí, la presión era tan grande en el pabellón, que ninguno de los dos equipos fue capaz de anotar ninguna canasta más hasta que, a falta de menos de un minuto, una muy discutible falta sobre Premier, le permitía anotar dos tiros libres que decidían la eliminatoria.

 El Aris tuvo un ultimo intento de igualar la eliminatoria pero falló el triple. El partido acababa con un D'antoni corriendo por la pista para consumir el tiempo, emulando la histórica imagen de Cousy con los Celtics. El milagro se había obrado. 83-49 y el Olimpia se clasificaba para la liguilla de semifinales.

 Bob McAdoo admitió: "Ese fue el único partido en mi carrera que no pensaba en anotar puntos. Solo pensaba en defender, taponar y coger rebotes. Ese partido fue, de largo, el más intenso de mi carrera". El propio Peterson declaró estar tan en shock que apenas pudo levantarse del banquillo al finalizar el encuentro. "Fue, sin duda, el partido más emocional que he dirigido".

 Finalmente, la corona no solo no cambió todavía de manos, si no que la eliminatoria dio alas al equipo italiano hasta el punto de acabar alzándose con el trofeo venciendo en la final al Maccabi de Tel Aviv  71-69. Al año siguiente, primero con formato de 'Final Four' también se proclamarían campeones, venciendo de nuevo al Maccabi en la final.

 Meneghin seguiría jugando hasta los 45 años, llegando incluso a enfrentarse a su propio hijo.
 12 ligas, 6 copas, 1 Copa Korac, 2 Recopas y 7 Copas de Europa. Plata en los JJ.OO. de Moscú y oro en el Eurobasket del 83. En 1991 fue elegido mejor jugador europeo de la historia. En 2003 se convirtió en el segundo italiano en ingresar en el 'Basketball Hall of fame' y en 2010 se anunció su entrada en el 'FIBA Hall of fame'.

 Nikos Gallis por su parte, llegaría a tres Final Four de la Copa de Europa consecutivas y se retiraría con 8 ligas griegas y como máximo anotador de la liga griega en 11 ocasiones, del Eurobasket en 4 y del mundial en 1986.


viernes, 28 de septiembre de 2012

El día que la NBA visitó España

 A mediados de los años 50 el baloncesto español había evolucionado desde que el padre Eusebio Millán lo introdujo en España más de 30 años atrás.

 En 1955, en los II Juegos Mediterráneos disputados en Barcelona, la selección española lograba alzarse con el oro por primera vez al vencer a Egipto en la final por 61-55.
 El baloncesto español comenzaba a despegar y nombres como los de Eduardo Kucharski, Joaquin Hernandez o Jordi Bonareu comenzaban a recibir el calificativo de grandes estrellas de nuestro baloncesto.

 Mientras, al otro lado del charco, la liga profesional americana llevaba casi diez años en marcha y los Syracuse Nationals vencían a los Fort Wayne Pistons por 4-3.

 Ese mismo verano, el Departamento de Estado de los Estados Unidos realizó una gira por Europa y norte de África, entre cuyos actos estaba la promoción de su baloncesto profesional. Dicha gira transcurriría por países como Islandia, Austria, Irán, Egipto o Italia y, gracias a los movimientos realizados por el gran Raimundo Saporta, los Nationals (actuales Philadelphia 76ers) jugarían dos partidos en Barcelona y otros dos en Madrid (ciudades que concentraban la práctica totalidad del baloncesto en nuestro país).

 En Mayo de 1956, el equipo de Syracusa, con su estrella Dolph Schayes a la cabeza, aterrizaba en Barcelona tras los encuentros disputados ante la República Checa en Praga y selecciones de las ciudades de Viena, Beirut, Roma, Milán o Stuttgart.

 En España poco se sabía del lejano baloncesto norteamericano, aparte de vagas referencias o de las visitas de los Globetrotters o la participación de un combinado americano compuesto por soldados destinados en la base inglesa de Lakenheath en el primer torneo de navidad del Real Madrid organizado por el propio Saporta.



 Los días previos a los partidos, la delegación americana no dejó de promocionarse con pequeños campus de actividades o con ruedas de prensa para explicar en detalle el sistema de baloncesto americano (las reglas distintas, el drafteo de jugadores universitarios, etc.).
 Incluso se proyectaron unos vídeos del juego de los Nationals para jugadores, equipo técnico y periodistas.

 Un periodista del 'El Mundo Deportivo' escribía: "La película, inútil decirlo, nos supo a poco. En parte, por la brevedad del documental. Y en parte, también, por la misma excelsa calidad de lo que sobre la pantalla se habla proyectado. Admirando a estos fabulosos gigantes nos fué posible comprobar que todo lo mucho y bueno que del «Nats» se nos ha referido queda necesariamente pálido ante la realidad. Es, sin duda, algo para verlo más que para contarlo". Y seguía: "Tras la proyección (bisada
repetidas veces, como si se nos hubiera querido convencer de que todo «aquello» era real) el convencimiento de que el «Syracuse» ha alcanzado, en baloncesto, las inasequibles cotas de la perfección, privaba, con absoluta unanimidad, entre los afortunados asistentes a este avance de la actuación de los sensacionales campeones del mundo".

 Lo que más sorprendía a los españoles era el tremendo ritmo al que se jugaba, la facilidad de anotación y el gran movimiento del banquillo.

 Con todo esto y ante la reciente victoria de los americanos sobre la selección checoslovaca, subcampeona de Europa y gran potencia junto a Rusia y Hungría, por 96-53, todo el mundo se daba por satisfecho si los españoles se entregaban al máximo, el resultado no era mucho más abrumador que el de los checos y podíamos disfrutar al máximo con los 'Nats'.

 Durante toda la gira, los partidos se disputarían con una mezcla de los dos tipos de reglas, esto es: la primera parte constaría de dos cuartos de 12 minutos jugados con balón de plástico; la segunda serían 20 minutos seguidos jugados con balón de cuero.

 Llegó el lunes 14 y los Syracuse Nationals se enfrentaban en el Palacio Municipal de Deportes de Barcelona a una selección catalana liderada por Kucharski y Bonareu.


 Al comienzo del partido, los españoles se permitieron el 'lujo' de dominar a los 'Nats' por 14-12 e incluso llegar al final del primer cuarto empatados a 25. Pero rápidamente los jugadores españoles se dieron cuenta que los americanos no habían estado jugando a su mejor nivel precisamente.

 En el segundo cuarto, los de Syracusa apretaron tanto en defensa como en ataque y al descanso ya vencían por 64-27.

 La gente en la grada enloquecía con el espectáculo de los americanos que acabarían venciendo por 105-65.

 Hay que decir que los jugadores de los Nationals llegaron a la gira con la clara intención de dar espectáculo y mostrar un baloncesto diferente al que aquí se conocía, y nunca de humillar a sus rivales, ganando todos los partidos con marcadores cercanos a los 100 puntos cuando, de haber querido, podían haberse disparado.

 Los elogios en los periódicos no se hicieron esperar: "La actuación del «Syracuse» constituyó algo sencillamente maravilloso. Vimos un equipo sensacional, de increíble capacidad. Unos jugadores que, para definirlos, habría de inventar nuevos adjetivos de encomio. Vimos, en fin, el mejor baloncesto del mundo. Ese baloncesto que solo puede producir Norteamérica".

 José Luis Martinez, integrante de la selección catalana, recordaba: "Con ellos jugaba unpelirrojo, Kerr, que medía 2.15, que dominó como quiso los rebotes. Tenían también un base, King, éste de baja estatura, pero de una técnica individual sensacional. Todos, en fin, blancos en su mayoría, eran jugadores de fantástica calidad. El entrenador americano fue haciendo relevos en todo el encuentro, lo que para nosotros, que, con un cinco fijo, no se hacían cambios más que en casos de extremada necesidad,fue todo un descubrimiento".

 Por parte española, destacó la dirección de Kucharski y la anotación de Alfonso Martinez con 17 puntos. Sin embargo, la estrella del equipo, Bonareu, apenas pudo brillar por la falta de entreno debido a que estaba cumpliendo el sevicio militar.

 Bonareu es uno de los mejores tiradores de toda la historia del baloncesto español, con un porcentaje de acierto del 90% en las competiciones nacionales y un anotador compulsivo. Ante su mala actuación, apostó que en el próximo partido anotaría al menos 25 puntos al equipo americano.

 Al día siguiente, los 'Nats' volvían a jugar, esta vez ante un combinado nacional, compuesto por los mismos jugadores que el combinado catalán, con las incorporaciones de Díaz Miguel y Joaquin Hernández.

  Los jugadores de Syracusa volvieron a desplegar su espectacular juego y su facilidad anotadora (según las crónicas, Kerr anotó dos ganchos 'de auténtica antología'). Al descanso vencían 28-51.

 Sin embargo, una gran segunda parte de los españoles, liderados por Bonareu, que ganaría la apuesta al anotar 28 puntos, dejaba el marcador final en 95-65, lo que quería decir que el parcial de la segunda parte era de 37-44. Sólo siete puntos abajo, lo que se tomo por una gran victoria en el bando español.

 Al finalizar el partido, ante el gran éxito y con el pabellón a reventar, por megafonía se anunciaba un nuevo encuentro en Barcelona, que en principio no estaba previsto, tras la gira por Madrid, lo que causó un tremendo júbilo entre la afición.

 Los Syracuse Nationals se desplazaron hasta la capital, donde el jueves jugaban contra una selección de Castilla.

 Antes del partido los espectadores del Frontón Fiesta Alegre (no confundor con Vistalegre) pudieron disfrutar de una victoria por 121-28 de los juveniles del Real Madrid entrenados por Pedro Ferrandiz.

 Una buena actuación de Schayes y King lideró la victoria visitante por 61-86. Esta vez los americanos no se emplearon muy a fondo y en la segunda parte de nuevo, y debido también al cambio al balón europeo, el partido estuvo relativamente igualado, ya que al descanso el resultado era de 29-48.
 Entre los castellanos destacó su mejor jugador, Joaquin Hernández, quien todo el mundo coincidía en que este partido le iba a venir muy bien ya que era como una esponja para el baloncesto, 'capaz de asimilar todo lo bueno que ve'.

 Esa misma noche, y siguiendo con los actos de la gira, los jugadores americanos dieron unas clases prácticas a chavales en el Colegio Ateneo y los embajadores americanos en España (Mr. Lodge y señora) ofrecieron una recepción para jugadores y técnicos americanos y españoles.

 Al día siguiente un nuevo enfrentamiento, esta vez ante un combinado español. Pero esta vez decidieron introducir variantes para mejorar el espectaculo. Con el fin de que lo jugadores americanos pudiesen esforzarse a tope y así mejorar el espectáculo, decidieron jugar con un handicap de 40 puntos, sumando 20 puntos al marcador español al comienzo de cada periodo.

 Esta vez, los americanos no tenían porqué contenerse, y se emplearon a fondo desde el principio, tanto en ataque como en defensa. Sin embargo, las nuevas reglas, unidas a una genial actuación de Hernandez en el primer cuarto, hicieron que el partido se mantuviese bastante igualado.

 El jugador español estuvo a la altura de sus adversarios controlando el juego y moviendo a sus compañeros, que, por desgracia, no estaban a su mismo nivel y las diferencias se fueron reduciendo. Al final del primer cuarto la ventaja ya era sólo de cinco puntos (36-31) y, tras el empate a 41, los 'Nats' tomaron ventaja. Al descanso el marcador era 41-51, lo que quería decir que, a pesar de la impresión que tenía todo el mundo de que se estaba jugando un gran encuentro, la diferencia real al descanso era de 30 puntos.

 Al comenzar la segunda parte y tras sumar los pertinentes 20 puntos, ahora España ganaba 61-51, pero tras un gran comienzo que obligó incluso a pedir un tiempo muerto al entrenador visitante (algo casi impensable), el cansancio de Hernández comenzó a notarse y los Nationals se escaparon definitivamente hasta el 91-100 final, que correspondía a un 51-100 real.

 Al día siguiente, el diario 'ABC' titulaba: "Los jugadores del Syracuse ofrecieron anoche la más perfecta exhibición de baloncesto que en Madrid se ha presenciado".

 Aun quedaba un partido por disfrutar. De vuelta en Barcelona y de nuevo contra una selección catalana, pero esta vez con la nueva modificación de los 40 puntos de ventaja.

 De nuevo esto hizo que los Nationals se empleasen a fondo para regocijo de la grada y, a los 3 minutos del segundo cuarto, ya habían neutralizado la ventaja inicial de 20-0. Cuando la pistola (sí, la pistola) señaló el descanso, el marcador ya era de 48-61.

 En la reanudación se sumaron los 20 puntos a los locales, poniendo el 68-61, que sólo tardarían 6 minutos en neutralizar (74-75).
 En su último partido en España los Nationals estaban forzando su juego más que nunca ante una grada que se debatía entre la fascinación y la incredulidad.

 El encuentro se cerró con un 98-111 (que en realidad era un 58-111). Schayes acabó con 21 puntos y 14 rebotes como el jugador más destacado.

 La actuación de los americanos fue inolvidable, dando una lección de cómo jugar al baloncesto. Al terminar el encuentro, el Palacio de los Deportes les dedicó una atronadora y prolongada ovación con la que quisieron demostrar a estos fenomenales jugadores la simpatía y admiración que con sus inolvidables exhibiciones se habían granjeado.